Nadie
dijo que migrar era fácil. Todos los que hemos hecho el ensayo lo hemos
probado. Y por muchas razones históricas y sociales, los venezolanos somos
inexpertos en el tema. La migración masiva de los nuestros comienza a partir
del 98 por temores a la llegada de Chavez al poder. Miedos que luego se
materializaron a lo largo de los años, lo cual generó la estampida en masas.
Unos cuantos en calidad de exiliados o apartados de sus trabajos por el simple
hecho de estar el la “Lista Tascón” y otros que no les dio la gana de
inscribirse en el PSUV. Sin olvidar aquellos que huyen de la violencia por ser
victimas latentes por su búsqueda de prosperidad o los que ya lo fueron y
pasaron la amarga experiencia de un secuestro o amenazas de un malandro, narco,
policía o militar (a mi parecer es cada vez más difícil diferenciarlos).
Panamá
nunca ha sido el principal destino migratorio. Siempre ha sido Estados Unidos y
España. La migración al istmo comienza por los negocios de raspar cupos
de CADIVI a partir de aproximadamente el 2005.
Muchos
decidimos venir a Panamá porque nos quedaba cerca de nuestra tierra, por la
economía favorable y la inmensa diferencia en cuanto a seguridad personal. Sin
embargo he notado que son muy pocos los compatriotas que tienen la firme
convicción de asentarse definitivamente. Muchos lo ven como un trampolín para
reunir dinero y pasar a otros destinos. Tanto así que son pocas las parejas
entre venezolanos y panameños que he podido ver. Es como una negación a
aferrarse a algo aquí.
He
llegado a pensar que en caso de una caída de los chavistas y la restauración de
la democracia en Venezuela, el retorno será masivo. Algunos ya comienzan a confesarme
que lo harían sin pensarlo 2 veces en conversaciones por allí.
Y
dentro de esa negación es normal que a muchos nos cueste adaptarnos a la
cultura local. Es una gran mentira que por el hecho que seamos del trópico,
seamos similares. Hasta que no vives aquí no te das cuenta de las grandes
diferencias.
La
poca adaptación nos lleva a realizar críticas abiertamente al modo de vida de
los panameños. Y es muy normal que a ellos les caiga mal. A nadie le gusta
recibir una visita que hable mal de su casa. Y lamentablemente muchos
compatriotas no han caído en cuenta de eso. La xenofobia existe, y ese tipo de
actitudes no hace mas que alimentarla.
Panamá
tiene sus ventajas y también sus problemas como cualquier país en desarrollo. Y
esas ventajas y problemas son responsabilidad exclusiva de los panameños en
cuanto a resolverlos o mantenerlos. Ellos decidirán lo que mejor les parezca en
cuanto a modo de vida, estilo de gobiernos, leyes, y todo lo que dirija una
sociedad. No lo resolveremos nosotros. Y menos si solo estamos de paso.
El
respeto a la tierra que visitamos es fundamental en toda convivencia. Es un
asunto de sentido común. Nadie pide que nos fusionemos o que abandonemos
nuestra identidad. Es sólo no hacer algo que nos sacaría la piedra que nos
hicieran. Seamos mas como esos españoles, italianos y portugueses que vieron
nuestro país como un paraíso y están mucho más agradecidos y venezolanizados
que muchos de los que si nacimos alla´. Menos hablar paja y más trabajar y
demostrar lo mejor que somos capaces de hacer. Y no digo que no opinemos. Pero
es mejor hacerlo en privado y no boconeando a los 4 vientos. Aquí en Panamá,
somos bienvenidos, siempre y cuando no ladillemos a nadie.