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Derechita cobarde



Lo de derechita cobarde se escucha normalmente en y forma parte del vocabulario izquierdoso europeo. Este epíteto lo escucho mucho en España. Y siento que tiene una pesada carga de verdad. A la derecha le da mucho miedo definirse como lo que es. A la izquierda no y no le importa. 
Sin alternativas que puedan atraer a las masas, la izquierda ha ido arropando casi todos los aspectos sociales de Occidente con un buenismo bien gerenciado y administrado, aunque sus verdaderas prácticas en el poder estén ampliamente documentadas. Hay que recordarlo, el socialismo y el comunismo son tan humanistas que siempre hay que imponerlo en las sociedades en base a fusiles, hambre, persecuciones, muertes, enfermedades, mentiras, desapariciones, destierro y exilio. 
La izquierda cuenta con amplios recursos económicos, suficientes para adquirir medios, generar matrices de opinión, crear caos y desinformación en países que intentan la vía del liberalismo, controlar la educación por medio del control de ministerios de educación y universidades, además de una estrategia a largo plazo consensuada y adaptable acorde a las nuevas tendencias. No es causalidad que ya no los veamos hablar de derechos de obreros y campesinos. Lo que vale es la defensa de colectivos minoritarios, oprimidos o abandonados a su suerte por su identidad humana. No importa que el Ché haya sido racista y homófobo, su capacidad de mutación es tan efectiva que pudo lograr la venta masiva de camisetas del guerrillero en desfiles LGBT. 
La veneración a dictadores y genocidas solo es bien vista dependiendo de la ideología. Y eso siempre va a estar mal. 
Por otro lado tenemos a una incierta identidad de derecha o con tendencias liberales. Viven del pasado, de los apellidos, del abolengo y funestamente del qué dirán. Defendiendo instituciones que ya no calan en la población como la Iglesia católica y evangélica. Llenos de prejuicios a cosas tan elementales y cotidianas como un simple tatuaje o las inquietudes de las nuevas generaciones. En muchos casos despreciando las grandes capacidades de nativos digitales como la generación millennials y posteriores. Atados al conservadurismo con la firme creencia de que cualquier época victoriana fue mejor. Algo que los hace sentirse seguros en su feudo, pero completamente inútil para la búsqueda y ejercicio del poder. 
Vemos como se habla libremente de ultraderecha, pero la ultraizquierda nadie la menciona. Los adjetivos son importantes en la comunicación. Los discursos enrevesados y ultra académicos se ven muy bien en los auditorios universitarios pero están completamente desconectados del lenguaje y entendimiento del ciudadano común. Podemos pasar años criticando que las masas no leen, cuando en realidad lo hacen, más que en cualquier otra época de la humanidad. Con la diferencia de que ahora leen otras cosas. Siempre ha habido textos buenos y malos. La diferencia está en cómo se los muestras a la gente. Y si esa muestra no es atractiva y tiene un poco de exclusión, no les tocará más que seguirse masturbando con sus propios pensamientos y elevadas elucubraciones. 
Para la búsqueda del poder no es suficiente con tener la razón, hace falta imponerla ganando adeptos por las buenas, con empatía, flexibilidad y estrategia. 
Artistas, políticos, deportistas prefieren definirse como nini antes de reconocer al capitalismo como la única vía para solventar desigualdades económicas y aumentar la movilidad social de los individuos. 
Les da vergüenza definirse de derechas por miedo al masivo escarnio público. Por miedo a fantasmas de pasados. Mientras la izquierda habla de Cuba como paraíso turístico y guarda silencio ante la barbarie contaminante de China al medio ambiente, las aberraciones contra la población de los gobiernos de Corea del Norte, Venezuela o Nicaragua, así como los desmanes desmanes misóginos y homófobos del régimen iraní y ruso, así como los brotes de xenofobia contra los migrantes venezolanos provenientes de facciones izquierdistas de Panamá, Perú, Ecuador y Chile. Vergüenza por un pasado, orgullo por un presente de tiranos. No tiene sentido. O sí lo tiene, comprado por grotescas sumas de dinero provenientes de gobiernos dictatoriales del socialismo africano y el petróleo venezolano. En tiempo presente y en vivo y directo. Todo siempre restregado en nuestras narices y sin respuesta. 
La derecha está estancada en el siglo XIX en el aspecto social. Es incapaz de mirar el futuro con un método que pueda atraer a las masas por medio de un mensaje de verdadera irreverencia y libertad. Del respeto al individualismo. De facilitar la prosperidad. 
No es capaz de redefinirse y reinventarse como sus poderosos adversarios. Está paralizada por el peor miedo. El miedo a sí mismos y a la evolución. Y todo lo que no evoluciona, se extingue.

6 preguntas incontestables para los inmigrantes

Panorámica de A Coruña. Foto: Rubén Villegas.

Todos tenemos amigos y familiares que nos preguntan constantemente cómo es este asunto de emigrar. Es normal, ya que muchos tendrán que hacerlo porque la situación venezolana seguirá cuesta abajo y sin frenos, con ninguna luz en el horizonte próximo. Otros tantos se quedarán y eso no es ni bueno ni malo. Es lo que hay.
Pero hay preguntas que no tienen una respuesta fija, lógica y que solo pueden responderse tomando en cuenta las experiencias y gustos muy particulares y objetivos.
No es que estemos negando la información o porque nos hayamos vuelto arrogantes. Es que sinceramente no sé qué decirles.

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¿Con cuánto se vive allá? Eso depende de cómo quieras vivir. Yo no tengo hijos, ni mascotas. Tal vez tú sí. Yo no tengo ni idea de cuanto cuesta el alimento de las mascotas ni el uniforme escolar. Y no lo sé porque no he tenido necesidad de averiguarlo.
Tal vez a ti te guste tomarte una cerveza todos los fines de semana. Tal vez quieras vivir en un apartamento y no en una habitación. Tal vez quieras comprar un automóvil. Tal vez no te guste viajar solo por el placer de tomar fotos y pillar únicamente los sitios donde no necesitas pagar entrada. 
No sé qué te gusta comer. No sé cuánto te gusta comer. No sé si estás dispuesto a modificar tu nutrición. No sé si te gusta cocinar. No sé si te gusta vivir en una ciudad grande. No sé de qué vas a vivir cuando estés aquí. No sé cuánto dinero traes y tampoco voy a preguntarlo.
Es una pregunta con demasiadas variables como para escribir un mensaje de texto explicándolo. SInceramente no sé qué decirte. Te puedo decir algunas cosas concretas que hago. Pero tampoco sé si estás dispuesto a vivir como yo.


¿Cómo es la gente? Pues a mi me parecen amables. Jamás he tenido un episodio de xenofobia ni nada parecido. Pero yo no sé cómo reaccionarás con ellos al escuchar su acento, sus palabras, expresiones, costumbres. Ni hablar de estándares de belleza física o vestimenta. No sé qué esperas de la gente.
Te puedo contar cómo son mis amistades acá. Pero ellos no representan a la totalidad de la población. Y no sé si te caerían bien.


¿Se vive bien? Volvemos a la primera pregunta. Yo siento que vivo bien. ¿Puede mejorar? Claro. Pero no sé qué aspiras de la vida para vivir bien a corto, mediano y largo plazo.
Hay gente que quiere emigrar para hacer dinero, por ejemplo. Yo les sugiero que vayan a Perú, Chile, México o EEUU. En España es una apuesta al largo plazo. A la vejez. Llegar a viejo y tomar el transporte público a las 2:00 am luego de estar en un bar con los amigos. Eso no necesariamente lo obtienes con dinero porque depende de los niveles de inseguridad y calidad de los servicios públicos. Solo tú puedes definir lo que es la calidad de vida según tus estándares.

¿Cuánto necesito para ir? Parecido al resto. Depende de cómo quieras vivir. Depende de cuánto tardes en conseguir trabajo. Depende de tu capacidad de ahorro. También de si tienes la nacionalidad y un permiso de trabajo o residencia.


¿Es fácil legalizarse? No lo sé. No conozco tu situación ni tus antecedentes. No sé si te vas a enamorar con un nacional. No sé si tienes antecedentes penales. No sé cómo está tu pasaporte. 

¿Es fácil conseguir trabajo? No tengo ni idea de lo que estás dispuesto a hacer para generar ingresos. Tal vez de todo. Tal vez nada. No sé qué tanta paciencia tienes. No conozco tu capacidad de aprendizaje en entornos nuevos. No sé si tienes habilidad para tejer redes sociales. No sé si te vas a intimidar aquí. No sé que tanta resistencia física y mental tienes. No sé si quieres estudiar una carrera, un oficio o hacer cursos. NO sé cuántos idiomas hablas. No sé...

El dilema de regresar

Aterrizaje. Foto: Ruben Villegas

Más allá de la nostalgia, el intentar recuperar una zona de confort, o como un acto de fe, el regresar a Venezuela supone un ideal para la mayoría de las personas con quienes he tocado el tema.
Siempre se comenta la posibilidad de montar un negocio allá, comprar una casa, un carro y todo ese guión que se impone a quien aspire llenar un parámetro de éxito.
Pero eso es el caso de los demás. Yo quiero hablar sobre lo que yo veo en este asunto.
Considero que hay que separar la emoción de la evaluación de los hechos. Tal vez muchos migraron a países que no eran su primera opción ni su ideal. Pero muchos otros evaluaron cuidadosamente las posibilidades de obtener residencia, trabajo, clima, seguridad, educación entre otros.


En este sentido, evalúo el volver a Venezuela como si fuera otro proceso migratorio. Lo es porque esa Venezuela a la que hipotéticamente volveríamos no es la misma ni se parece a la que dejamos atrás. Tendrá otro contexto, problemas, dificultades y circunstancias que enfrentar.
Imagina que el chavismo en el poder cae mañana. Qué chévere. ¿Venezuela será un lugar ideal para vivir de inmediato? No. A mi parecer en este punto tomará años. Consideren que todo el aparato productivo, económico y social está en una decadencia y destrucción, que según otros antecedentes de recuperación como los casos de Singapur, Alemania, España, Italia, Portugal y Japón tardaron más de veinte años en concretarse. 


¿Quieres ser parte de esa aventura de la reconstrucción del país? Muy bien, te felicito, adelante. Yo, particularmente no siento motivacion actualmente para eso. Aunque tal vez cambie de idea en un futuro.
Además tendremos una sociedad marcada por el resentimiento y la ausencia de justicia.
¿Qué pasará con las fuerzas armadas y la policía? 
¿Qué pasará con lo robado?
¿Habrá justicia para los asesinados?
No me digas que después se verá eso porque me molesta mucho. Todas las veces en que los venezolanos como masa hemos tenido esa bendita frase en la boca, se han provocado graves crisis que van desde la guerra civil hasta la ascensión del chavismo al poder. La improvisación es una pésima idea. Tengo pruebas y no tengo dudas.


No hay que olvidar dos aspectos clave. Una gran parte de la "oposición" mantiene la tesis del perdón y olvido para crímenes del chavismo. Permitir su existencia y darles voz y voto para "reconstruir y reconciliar".
Por otra parte, el chavismo se hizo de cantidades astronómicas de dinero. Está en todas partes. Tiene miles de socios con alto y bajo perfil. Creo que nunca sabremos todos los nombres. Y esa gente, gracias al dinero, seguirá teniendo influencia en la política, medios de comunicación, militares y otros delincuentes como malandros de barrio y cuerpos policiales.


No me extrañaría para nada que estos mismos inicien una gran campaña de rechazo a los que emigramos tildándonos de traidores y cobardes, como he visto algunos amagos en redes sociales. Están calentando el brazo y creo que la estrategia va por allí. Son expertos en gobernar en el caos, la división y tienen listos diversos escenarios para manejarlos.
El chavismo seguirá si no se le persigue como se hizo con el nazismo y como se condena el comunismo en Polonia y Ucrania. Si jugamos al país de los ositos cariñosos de un día para otro, en realidad no cambiará mucho el escenario.
El tema de regresar será un profundo dilema, un problema y algo que bajo esas circunstancias, para alguien como yo que no tiene peso económico ni amistades militares o en el chavismo, será algo descartable.

Cómo viajar por España con bajo presupuesto

Montjuic. Barcelona, España. Foto: Rubén Villegas

El sueño de muchos como yo es viajar. Conocer nuevas culturas, ver otros paisajes que nos saquen de la rutina del trabajo y nos den un poco de nuevas energías físicas y mentales que nos ayuden a sobrellevar el día a día.
Pero siempre hay un problema, el dinero. En especial cuando eres inmigrante y muchas veces tienes obligaciones más allá de lo que es tu propia supervivencia. Hijos, gente querida en otros países o ahorro para sacar del infierno socialista a los tuyos.
Viajar implica un gasto. Un gasto que yo miro como inversión, ya que es ganancia para mi mente y mi estabilidad emocional. En la medida en que yo esté más sano, puedo ayudar mejor a los míos. Así que no lo miro como un lujo sino como algo tan necesario como un chequeo médico.


Yo no sé de cuanto es tu presupuesto pero conozco bien el mío, el cual es bastante limitado. No sé cuánto quieres gastar ni a dónde quieres viajar. Esta guía es para mi target propio: clase media baja devaluada, pobre pero honrado. O simplemente pelabolas como yo que queremos recorrer toda España.
Agarra dato:

Planificación: No esperes a un día antes de las vacaciones para decidir a dónde ir. Piensa desde ya qué lugar te gustaría visitar y comienza a buscar información sobre el lugar. Visualízalo, siéntelo. Es un compromiso contigo. Tu regalo luego de sacrificar muchas cervezas de fin de semana o de andar malgastando plata en quien ya te mandó a la friendzone.
Obviamente cada ciudad tiene su propio standard económico. Barcelona, Madrid y Sevilla son más costosas que Oviedo, Cádiz o Toledo. A mayor costo, mayor planificación.
Igualmente toma en cuenta el clima. El sur de España es bastante caluroso en verano, con temperaturas que van de los 35 a 50 grados. En el norte llueve constantemente. Así como toma nota de los días festivos de esa localidad.

Ahorro: Ahorrar es tan difícil como seguir una dieta. Es un compromiso. Debes destinar un porcentaje fijo de tus ingresos. Mételos debajo del colchón o en una chaqueta que nunca te pones. Eso incluye cualquier entrada extra por matanzas de tigres. No pierdas de vista la meta.


Equipaje: Lleva la menor cantidad posible. Las aerolíneas de bajo coste te cobran extra si tu equipaje no es de mano. Así que si son dos, podrían meter todo en una sola maleta o llevar dos bolsos de mano. En invierno es un poco más complicado hacerlo porque usas más ropa. Así que busca un abrigo que te dé calor suficiente como para que no necesites muchas prendas por debajo.

Transporte: Si estás legal en España puedes tomar cualquier medio de transporte, obviamente. Incluso, quienes tienen la famosa tarjeta roja de solicitud de protección internacional, pueden viajar en avión o autobús sin ningún problema. 
Para pasajes de avión, busca en aerolíneas de bajo costo como Vueling o RyanAir. Iberia también tiene vuelos dentro del territorio español. Si compras con al menos dos meses de antelación, un vuelo te puede salir más económico que un autobús o el tren. A medida que lo compres más cerca del dia del viaje, será más costoso.
Hay páginas como Skyscanner y Omnio que funcionan como buscadores de pasajes. Son bastante útiles. Una vez localizado el vuelo o tren, vete directo a la web de la compañía y busca ese boleto allí. Así te ahorras la comisión y hasta te pueden hacer descuentos especiales.
Te añado algunos otros sitios web de interés:
ALSA: Empresas de traslados en autobús.
RENFE: Ferrocarriles.
BlaBlaCar: Traslado extraurbano en coches compartidos.
Para moverte dentro de la ciudad o pueblo, evita los taxis. Investiga si puedes adquirir alguna tarjeta de transporte público que sea multifuncional como las que puedes conseguir en Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao o Valencia.

Hospedaje: Una vez que tengas definido el día de viaje y de regreso, busca dónde quedarte. La idea es pasear y conocer, así que mi exigencia respecto a hoteles es que no me roben el equipaje y que los insectos respeten mi espacio personal. Puedes buscar hostales si no te importa compartir la habitación con otras personas, ver promociones en Airbnb si te interesa un piso completo y por supuesto revisar Booking para tener una mejor idea de los precios según tus necesidades.
Siempre busca hospedarte en lugares céntricos, ya que puedo recorrer los principales lugares de la ciudad sin tomar buses o el metro. Por ejemplo, si te hospedas en el Barrio Gótico de Barcelona tienes muchos monumentos, plazas, parques y la playa donde fácilmente puedes ir caminando. Repito, la idea es conocer y prefiero invertir tiempo y dinero en este aspecto.

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Conocer la ciudad: Recorre primero los sitios que tengas cercanos y familiarizate con las calles de tu entorno. También busca espectáculos gratuitos o de bajo coste. Muchas ciudades y pueblos hacen Ferias y se presentan buenos artistas. Pasarás un buen rato y conocerás mucho de la idiosincrasia española.
Los lunes son los días en que muchos museos y sitios históricos ofrecen entrada gratuita, como el Reina Sofía o El Prado en Madrid. Averigua cuáles son los días y horarios con entrada libre en el lugar que te encuentras y planifica tu itinerario en base a eso.

Comida: La idea de viajar es conocer otras culturas. Y mucha de la cultura está ligada a la comida y la bebida. Elige sitios donde van los habitantes a comer, a tomarse un café o una cañita. Evita franquicias. Integrate a las taguaras locales y autóctonas. En la mayoría se come más rico y se bebe más barato que en los sitios para "guiris" (turistas). Por lo general son los lugares con mayor cantidad de clientes. Fijate bien en el tipo de personas en las mesas. Revisa la puntuación y los comentarios sobre estos lugares en Google o Tripadvisor.

Y por último, diviértete. Dale valor extra a tu esfuerzo en el trabajo. Prémiate por tu salud. Toma miles de fotografías y siempre ten presente que nuestro mayor deber es coleccionar momentos de felicidad.

La renuncia al destino

Carriles del funicular a Tibidabo, Barcelona. España. Foto: Rubén Villegas


"Nadie existe con un propósito. Nadie pertenece a ningún lugar. Todos vamos a morir. Ven a ver T.V."

Morty


La frase que abre este escrito me dejó un buen rato pensando en medio de una crisis personal y laboral, mientras me terminaba la cerveza con que acompañaba el ver este episodio de Rick y Morty.
A primera vista, podríamos pensar que el no tener un propósito en el planeta, nos llena de vacío, tristeza y temor al no tener ninguna meta, ninguna motivación y ningún sentido para la vida.
Yo lo siento como algo liberador. He decidido que no tengo una misión en este planeta. Mi destino no está escrito ni diseñado por otra cosa que no sea el azar. Por mucho que pueda planificar mi jornada de mañana, nada puede evitar que simplemente el mañana no exista. Porque el futuro siempre es incierto.
No he perdido la fe. No siento un vacío existencial. Al contrario, siento que al quitarme el peso del deber ante algo tan impredecible y caprichoso como el universo, La Fuerza o Dios, puedo enfocarme en vivir según mi propio sistema de creencias de valores, que podría reducir a lo que una entrañable y querida amiga llama "el coleccionar momentos de felicidad".
¿Y por qué no buscar la felicidad plena?
Pues porque esta no existe. Es un ideal dentro de seres tan imperfectos, incomprendidos e insatisfechos que somos y siempre seremos.
Siempre habrá algo que nos falte, que nos afecte, que nos parezca injusto e indignante. Y eso rompe esa felicidad, sin que necesariamente nos convierta en seres amargados. Es simplemente lo que hay. 
¿La felicidad es lograr metas? Yo tengo metas, por supuesto, pero ¿qué hay luego de lograrlas? Otras metas. Unas las alcanzaré, otras no. Nunca las lograré todas. Entonces nunca habrá felicidad. 
Quiero abrazar mi realidad con todo lo que tengo y lo que no. Lo que soy y lo que quisiera ser. Amar la vida con todos sus problemas como se ama a la mujer de tu vida aunque forme líos por cosas que pasaron hace 10 años mientras ves la final de la Champions. Así como amas tu gato, el mismo que te deja cucarachas muertas en tu cama como tributo y te deja rasguños en el brazo. La vida no es mala ni buena. No es bonita ni fea. Es la vida. A secas.
Mi legado, como lo he dicho en anteriores oportunidades, no me preocupa. Un hijo no es un legado porque no sé lo que decida ser él o ella cuando crezca. Quizá sea un filántropo que resacte niños abandonados, o un traficante de órganos de esos mismos niños. Es el azar. Tampoco lo serán mis libros, o bienes. No tengo poder sobre lo que pasará con ellos. No se si son rentables. Yo no controlo el mercado.
¿La felicidad es el amor o la paz? ¿Qué puedo hacer si siento que no tengo suficiente amor o algo perturba mi paz?
Aceptar ese tipo de cosas es la paz. Aceptar que hay cosas que no podemos controlar. Aceptar que no todos van a amarnos. Aceptar que podemos ser el blanco del cariño o las frustraciones personales de un tercero sin que nunca sepamos el motivo.
Aunque quiera estar en este mundo para buscar momentos de alegría, seguramente cometa errores que me impidan alcanzarlos. Pues porque soy humano y el autosaboteo es parte de nuestra naturaleza.
Por lo pronto tengo claros cuáles son algunos. Hablar con mi madre, escribir, escuchar música emocionante, viajar, estar con personas que me llenan con momentos y conversaciones que quisiera que no terminen nunca. Eso es lo que busco hoy. No sé lo que buscaré mañana. Pero de eso me ocuparé luego. De todos modos, no importa lo que haga o deje de hacer, algún día moriré. Todos vamos a morir. Mientras más lo aceptemos, menos ansiedad por el futuro sentiré.
Es por esto que renuncio a mi destino. Renuncio a tener un propósito en este planeta.
Mientras tanto, publicaré este artículo mientras escucho Queen. Ya saludé a mi madre. Veré cuáles son los próximos lugares donde quiero tomar fotografías.
Y miraré la TV.

El voto inmigrante venezolano

Venezuela coruña 23 de enero elecciones España
Venezolanos se concentran en El Obelisco de La Coruña, España el 23 de enero de 2019. Foto: Rubén Villegas

No es ese mantra lleno de superioridad moral o humana que rueda de forma chocante por ahí. Es un hecho. Somos diferentes. Y tal vez por eso, en muchos lugares no han sabido qué hacer desde el punto de vista político, con nosotros.
En EEUU, donde toda la discusión social tarde o temprano recae en el tema del racismo, les explota el cerebro a ver familias venezolanas donde el padre es blanco, la esposa es morena y el hijo le salga achinado.


Todos tenemos un familiar a quien le decimos "el negro", "el gordo", "el chino". Yo soy blanco, mi mamá es morena y tiene la piel más oscura de mi familia cercana. Tengo parientes de Caracas que son negros muy negros. También tengo un primo-sobrino que salió con ojos grises y rubio. Su hermanita menor es morena como su madre. Y hay un par de mellizos, primos míos, donde uno es blanco como yo y el otro es "el negrito".
Todas las familias típicas venezolanas son así: atípicas.
A mí me han dicho que vengo de la clase alta por mi color de piel. Y porque hablo inglés. No te rías que es en serio.


En Europa, en especial en España, donde vivo, entienden mejor este tema del mestizaje y no les sorprende tanto. El tema aquí es que muchos no comprenden que venimos huyendo de unos psicópatas que tomaron como bandera el socialismo y el anticapitalismo. Y que como venimos del "guetto", deberíamos apoyar esas cosas, con nuestra respectiva franelita del Ché. Al parecer no comprenden muy bien aún lo que ha sucedido en 20 años, ya sea por omisión, complicidad, terquedad o ceguera selectiva. Hay muchos otros que sí y personalmente les agradezco mucho su interés en informarse.
Para muchas personas, las consignas y los clichés son más importantes que los hechos. Se quedan varados en lo primero y hasta con un aire de superioridad.
En EEUU, por el tema racial, los socialistas dentro del partido demócrata han tomado como bandera a los latinos. Sin embargo obvian que muchos de esos latinos llegaron a esos lares huyendo de socialistas. No es de extrañar entonces que ante el apoyo a nuestros verdugos, Trump se haya ganado la simpatía de muchos votantes venezolanos con pasaporte estadounidense. Incluyendo el mío, si pudiera.


Si Trump ofrece acabar con los enemigos de mi gente, por supuesto que va a caer bien. En especial porque el cliché "los gringos quieren el petroleo de Venezuela" nos cae como una picada de zancudo a un cocodrilo. Ya tenemos la piel bastante curtida respecto a esa pendejada.
En España el tema es diferente. 
No llegamos en balsas como los africanos que huyen de países socialistas (esto siempre se obvia, no sé por qué), tampoco somos buhoneros ni manteros. No exigimos que nos dejen vender cosas en la calle. También es raro leer sobre algún criminal venezolano, que por cierto, los criminales venezolanos más prominentes tienen mucho dinero, financian movimientos de izquierda y hasta abren empresas súper fashion como Hawkers, propiedad del bolichico Alejandro Betancourt.
Tampoco nos asocian con pandilleros.
Aunque miles de nosotros no tengan permanencia legal, muchos otros miles, la mayoría, estamos haciendo cosas para lograrlo o ya la obtuvimos.
No hacemos marchas para que nos den subsidios ni regalos.
Tampoco verás venezolanas en marchas feministas porque tenemos muy claro quiénes dirigen ese movimiento.
Nuestra lucha es simple: Que nos dejen trabajar con todas las de la ley. Nosotros resolveremos nuestras vidas. Nosotros nos apañamos, como dicen aquí. Solo eso.


Definitivamente no somos lo "normal".
O mejor dicho, no somos lo "normal" para la izquierda. No somos útiles para su discurso. Venimos a España huyendo de tipos admirados por la gente de Podemos y compañía. Huimos de los discípulos de Fidel. Huimos del chavismo. Huimos de la ultraizquierda. Del comunismo. Lo mismo que mató a millones de rusos, alemanes, ucranianos y polacos no muy lejos de aquí. No hace mucho tiempo.
Somos la peor propaganda para la izquierda y lo saben. Cualquier cosa que digan sobre nosotros es escupir para arriba. 
Al no poder vendernos la falacia de que son los únicos que apoyan a los inmigrantes, otras organizaciones políticas como Ciudadanos, el Partido Popular y Vox han hecho declaraciones públicas a nuestro favor y presencia en actos en favor del gobierno de transición de Guaidó. No me lo contaron, lo veo siempre. Una constante.
De parte de representantes del otro lado como Juan Carlos Monedero y Arantxa Tirado, hemos recibido negacionismo y ofensas. También actos de apoyo a Maduro. De parte del PSOE, silencio.
Ha habido amagues del gobierno de Sánchez poniendo a circular notas de prensa de fuentes anónimas que dice que aprobaron no sé cuántos permisos de residencia por razones humanitarias o que vienen nuevos acuerdos sobre eso y que depende del presupuesto. Nada de esto ha podido probarse, y ante la poca efectividad de la estrategia, no ha vuelto a hablarse del asunto.


Haya un detalle importante con respecto a este tema. Los venezolanos aportaremos alrededor de veinte mil votos en toda España el 28 de abril. Eso puede parecer muy poco. Pero estamos aportando mucho más que votos.
Hay cientos de venezolanos que ya militan en Cs, PP y Vox. Y si no pueden militar ni votar, están poniendo su granito de arena para ver caer a los alcahuetes del chavismo. Aportando conocimientos en logística, comunicación, informática, publicidad, activismo de calle y muchas otras áreas.
También habrá al menos una decena de postulados a cargos de elección popular entre diputados y miembros de juntas de gobierno regionales.
¿Hay venezolanos en Podemos? Sí, por supuesto, pero no hace falta que te diga de qué calaña son.
Estamos lejos de ser el centro del discurso electoralista que se viene. Vamos, no somos el centro del universo. 
Pero en esta partida jugaremos. Y jugamos duro.