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El voto inmigrante venezolano

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Venezolanos se concentran en El Obelisco de La Coruña, España el 23 de enero de 2019. Foto: Rubén Villegas

No es ese mantra lleno de superioridad moral o humana que rueda de forma chocante por ahí. Es un hecho. Somos diferentes. Y tal vez por eso, en muchos lugares no han sabido qué hacer desde el punto de vista político, con nosotros.
En EEUU, donde toda la discusión social tarde o temprano recae en el tema del racismo, les explota el cerebro a ver familias venezolanas donde el padre es blanco, la esposa es morena y el hijo le salga achinado.


Todos tenemos un familiar a quien le decimos "el negro", "el gordo", "el chino". Yo soy blanco, mi mamá es morena y tiene la piel más oscura de mi familia cercana. Tengo parientes de Caracas que son negros muy negros. También tengo un primo-sobrino que salió con ojos grises y rubio. Su hermanita menor es morena como su madre. Y hay un par de mellizos, primos míos, donde uno es blanco como yo y el otro es "el negrito".
Todas las familias típicas venezolanas son así: atípicas.
A mí me han dicho que vengo de la clase alta por mi color de piel. Y porque hablo inglés. No te rías que es en serio.


En Europa, en especial en España, donde vivo, entienden mejor este tema del mestizaje y no les sorprende tanto. El tema aquí es que muchos no comprenden que venimos huyendo de unos psicópatas que tomaron como bandera el socialismo y el anticapitalismo. Y que como venimos del "guetto", deberíamos apoyar esas cosas, con nuestra respectiva franelita del Ché. Al parecer no comprenden muy bien aún lo que ha sucedido en 20 años, ya sea por omisión, complicidad, terquedad o ceguera selectiva. Hay muchos otros que sí y personalmente les agradezco mucho su interés en informarse.
Para muchas personas, las consignas y los clichés son más importantes que los hechos. Se quedan varados en lo primero y hasta con un aire de superioridad.
En EEUU, por el tema racial, los socialistas dentro del partido demócrata han tomado como bandera a los latinos. Sin embargo obvian que muchos de esos latinos llegaron a esos lares huyendo de socialistas. No es de extrañar entonces que ante el apoyo a nuestros verdugos, Trump se haya ganado la simpatía de muchos votantes venezolanos con pasaporte estadounidense. Incluyendo el mío, si pudiera.


Si Trump ofrece acabar con los enemigos de mi gente, por supuesto que va a caer bien. En especial porque el cliché "los gringos quieren el petroleo de Venezuela" nos cae como una picada de zancudo a un cocodrilo. Ya tenemos la piel bastante curtida respecto a esa pendejada.
En España el tema es diferente. 
No llegamos en balsas como los africanos que huyen de países socialistas (esto siempre se obvia, no sé por qué), tampoco somos buhoneros ni manteros. No exigimos que nos dejen vender cosas en la calle. También es raro leer sobre algún criminal venezolano, que por cierto, los criminales venezolanos más prominentes tienen mucho dinero, financian movimientos de izquierda y hasta abren empresas súper fashion como Hawkers, propiedad del bolichico Alejandro Betancourt.
Tampoco nos asocian con pandilleros.
Aunque miles de nosotros no tengan permanencia legal, muchos otros miles, la mayoría, estamos haciendo cosas para lograrlo o ya la obtuvimos.
No hacemos marchas para que nos den subsidios ni regalos.
Tampoco verás venezolanas en marchas feministas porque tenemos muy claro quiénes dirigen ese movimiento.
Nuestra lucha es simple: Que nos dejen trabajar con todas las de la ley. Nosotros resolveremos nuestras vidas. Nosotros nos apañamos, como dicen aquí. Solo eso.


Definitivamente no somos lo "normal".
O mejor dicho, no somos lo "normal" para la izquierda. No somos útiles para su discurso. Venimos a España huyendo de tipos admirados por la gente de Podemos y compañía. Huimos de los discípulos de Fidel. Huimos del chavismo. Huimos de la ultraizquierda. Del comunismo. Lo mismo que mató a millones de rusos, alemanes, ucranianos y polacos no muy lejos de aquí. No hace mucho tiempo.
Somos la peor propaganda para la izquierda y lo saben. Cualquier cosa que digan sobre nosotros es escupir para arriba. 
Al no poder vendernos la falacia de que son los únicos que apoyan a los inmigrantes, otras organizaciones políticas como Ciudadanos, el Partido Popular y Vox han hecho declaraciones públicas a nuestro favor y presencia en actos en favor del gobierno de transición de Guaidó. No me lo contaron, lo veo siempre. Una constante.
De parte de representantes del otro lado como Juan Carlos Monedero y Arantxa Tirado, hemos recibido negacionismo y ofensas. También actos de apoyo a Maduro. De parte del PSOE, silencio.
Ha habido amagues del gobierno de Sánchez poniendo a circular notas de prensa de fuentes anónimas que dice que aprobaron no sé cuántos permisos de residencia por razones humanitarias o que vienen nuevos acuerdos sobre eso y que depende del presupuesto. Nada de esto ha podido probarse, y ante la poca efectividad de la estrategia, no ha vuelto a hablarse del asunto.


Haya un detalle importante con respecto a este tema. Los venezolanos aportaremos alrededor de veinte mil votos en toda España el 28 de abril. Eso puede parecer muy poco. Pero estamos aportando mucho más que votos.
Hay cientos de venezolanos que ya militan en Cs, PP y Vox. Y si no pueden militar ni votar, están poniendo su granito de arena para ver caer a los alcahuetes del chavismo. Aportando conocimientos en logística, comunicación, informática, publicidad, activismo de calle y muchas otras áreas.
También habrá al menos una decena de postulados a cargos de elección popular entre diputados y miembros de juntas de gobierno regionales.
¿Hay venezolanos en Podemos? Sí, por supuesto, pero no hace falta que te diga de qué calaña son.
Estamos lejos de ser el centro del discurso electoralista que se viene. Vamos, no somos el centro del universo. 
Pero en esta partida jugaremos. Y jugamos duro.