> El Blog de Rubencho: febrero 2017

Los dioses criollos


¿Y si toda lucha, todo cambio, cada muerte, cada derrocamiento, cada agitación social, estuvo calculada desde hace 200 años para que ganasen siempre los mismos, a su manera, con sus reglas, en su único y exclusivo beneficio?
Haciendo gala de mis paranoias sociales quisiera invitarlos a este ejercicio mental, a que cuestionemos nuestra historia. Qué pasaría si en realidad todo esto que hemos vivido como país, forma parte de un guión. Ojo, no nos detengamos en la respuesta simplista de que la MUD pactó con el chavismo, aunque el accionar de muchos de sus integrantes nos indique precisamente eso, o si los sucesos del 27 de febrero de 1989 fueron planificados con meses de antelación, vamos más allá, retrocedamos en la historia, al origen de la república, o quizás mucho más atrás. Hoy te hablaré de una de mis teorías conspiranoicas.
La conducta humana, tanto individual como en masas es, en buena parte, predecible y manipulable. Respondemos a estímulos, recompensas, amenazas, esperanzas y decepciones según nuestras experiencias y expectativas. Considero posible que haya un grupo incólume, perenne, exclusivo e invisible que siempre está un paso adelante de esto, previendo cada situación y cada reacción en base a estudios pragmáticos y meticulosos para mover los hilos de nuestra trama social tras bambalinas.
Hablamos de una cofradía cuyos intereses están por encima de las circunstancias de toda la población, un grupo a quienes les da igual si los gobernantes son honestos o corruptos, de derecha, centro o izquierda, si son militares o civiles, si quieren cumplir con un ideal de nación o si solo velarán porque se cumpla el saqueo para su provecho. Ellos escogen a los contrincantes, manipulan hechos, hace que las noticias se rieguen y se olviden, provocan crisis, generan soluciones, son creadores y destructores, más allá del bien y el mal. A este grupo no le interesa el dinero, les interesa el poder. Cualquier costo en vidas, dólares, infraestructura es incomparable al inmenso placer de tener en sus manos el destinos de millones de personas. Y por paradójico que parezca, personificarían los mayores anhelos humanos. Son dioses hechos carne y huesos. Todo lo pueden, todo lo saben. 
Al mismo tiempo son jueces y verdugos que no dudan en sacar del camino a quien ya no les sirve. Los desobedientes son desprestigiados, olvidados, muertos, derrocados, sin miramientos, para poder continuar hilando nuestra trama. No siempre los desobedientes quedan mal ante la historia, a veces son recordados con júbilo, sus nombres aparecen en plazas, liceos y universidades, y en su fecha natal se les recuerda con algún acto o frase en los medios de comunicación. Como un Show de Truman nacional del que todos somos parte, todos actuamos, todos contribuimos sin saberlo, pero arrogantes al creernos bravos y rebeldes. Tal vez, quistes mentales de nuestra cultura como el miedo a proclamarse abiertamente liberal, asociar ser de izquierda con ser buena gente, el alabar sin ton ni son a los curas y creer que la solución a todas los problemas administrativos, de orden, económicos y sociales pasa necesariamente por los militares fueron creados por un grupo que ni es de izquierda ni es militar, ni son católicos, pero que siempre se ha servido de estos, hasta que en algún momento, cambien de idea.
¿Son hombres? ¿Son mujeres? ¿Son humanos? ¿Son blancos, negros, chinos? No tiene importancia, el verdadero poder no se detiene por esas nimiedades reservadas solo para quienes recogen las migajas al borde de la mesa de "ellos". El gobierno invisible y eterno, donde todo está fríamente calculado. Los dioses criollos.

Nuestro legado


Dejar un legado es dejar una idea, una inspiración, una enseñanza. Es marcar una huella entre quienes sepan o no de ti. Es trascender para conectarnos por siempre.
Esto surge de las típicas conversaciones cuando el ron ya va palo abajo en la botella y en alza en las neuronas. Hablábamos de lo que dejaríamos en herencia si simplemente desapareciéramos yéndonos del país o muriendo, ¿qué tendrían nuestros seres queridos de nosotros? ¿Dinero? ¿libros? ¿deudas? ¿recuerdos?, y por supuesto, surgió el temor a morirnos sin tener hijos, o tener más de uno y el inevitable debate sobre si un hijo es un legado. En mi opinión un legado no puede ser tener un hijo. Ese hijo tendrá sus propias ideas, su propia vida. Tal vez ese hijo haga mucho invente la cura definitiva para el cáncer. Tal vez se convierta en un vago piedrero. Es impredecible, por eso no es un legado, su esencia humana no está en mis manos. Tampoco quiero que sea como plantar un árbol. ¿Y si ese árbol un día se derrumba y cae encima de alguien? o sus raíces rompen tuberías o sus ramas acaban con el techo de un carro? Un árbol puede dar oxígeno y muerte dependiendo de los azares del destino. 
En cambio las ideas sí. Son conceptos, son valores. Son construcciones mentales que pueden mantenerse firmes y trascender. Pueden servir de base para un nuevo modelo social o económico, una patente, un invento revolucionario, un avance en las ciencias, los cimientos de la estabilidad económica o psicosocial de una familia, y mantenerse incólumes a lo largo de los años.Una herencia relevante puede valuarse en monedas o en el recuerdo que tus actos dejen por generaciones ,convirtiéndote en una referencia. 
El legado es intransferible, yo no quiero endosarle la responsabilidad de mis actos a mis hijos y dejarles a ellos la tarea de trascender por mi, por el apellido o lo que sea. Me niego rotundamente que mi más significativo aporte a la humanidad sea mi ADN, que mi máxima obra esté condicionada en buena parte, al azar de las circunstancias ajenas. "Nuestro legado somos nosotros mismos" decía Frank Underwood y es cierto, tu aporte es tu sola humanidad, lo que hayas hecho con tu vida. Lo que puedas impactar en la vida de los demás. Has que tu legado valga la pena, porque ¿para qué es esta vida sino es para hacer cosas memorables?

Arte y censura


El arte es libertad, un grito del alma, el vuelo del pensamiento. Es totalmente válido que el arte sea usado para expresar y mostrar nuestras posiciones religiosas, políticas, sexuales, sociales y hasta deportivas. Es un catalizador de las inquietudes humanas abstractas y concretas. 
Un artista que apoye a los tiranos que persiguen y censuran es un aberrado, un ser contrario a su propia naturaleza. Porque nadie que se emocione con las prohibiciones o la censura puede ser un amante de la libertad humana. Solo el derecho a elegir nos hace verdaderamente libres. No es válido arroparnos de una supuesta superioridad moral para decidir por todos y establecer lo que se debe ver y lo que no. Yo, honestamente, detesto el vallenato y el regueton lo tolero solamente bajo efectos del alcohol. Tampoco me agrada Arjona, ni Maná y muchos cantantes de música llanera, así como me parece que gente como silvio rodríguez, residente, sean penn o roque valero son unos escandalosos alcahuetas de tiranos como fidel y chavez. Aunque sus letras hablen de libertades y poesías, sus acciones los refutan. Vienen a hablarnos de rebeldía mientras lamen botas militares y se se bajan los pantalones ante los verde oliva. Gente que exige libertades que sus financistas niegan a sus ciudadanos. La izquierda solo habla de libertades hasta que son gobierno, a partir de ahí esas libertades les causan profundas incomodidades.
Hay autores que he leído y odiado, así como pintores cuyos trabajos me parecen impresentables. Aún así no tengo derecho a prohibirles nada. Si cantan, que canten; si escriben, que escriban; si son actores, que actúen; si pintan, que pinten.
Como he dicho anteriormente, a nuestros gobiernos se les hace más rentable invertir en látigos, bloqueos y encierros que en libros y academia. Nosotros no necesitamos censura si tenemos una sociedad suficientemente madura y educada para rechazar por si misma conceptos contrarios a sus valores. El éxito estaría en lograr que estos mamarrachos consortes de la tiranía queden en el olvido por el rechazo que causa su propia hipocresía, que nadie los tome en serio porque sus costuras se notan a kilómetros. Que queden en el olvido por el nulo impacto de sus obras y no porque terminamos haciendo lo mismo que sus ideólogos. Eso sería una verdadera actitud rebelde colectiva ante el puño de hierro y sus secuaces. Una verdadera sociedad revolucionaria y evolucionaria.

Vivir mata


Me encanta la pizza, los tercios negros, crear textos e imágenes mientras me fumo un cigarro en la mañana; mucho es lo que se me ocurre mientras espero unos minutos en la mañana antes de entrar a la oficina. Odio tomar medicamentos, tampoco soy de ir al médico; lo hago como último recurso. Como cosa contradictoria, le insisto a mi gente cercana que vayan y se mediquen si se sienten mal. Me gusta el chocolate, tirarme en la cama sin pensar en nada un buen rato. Cuando troto lo hago porque me relaja y se me ocurren cosas, lo hago por eso, no porque crea que viviré más tiempo o me pondré guapo. 
Me saca de mis casillas que me sermoneen sobre la salud, tanto como si lo hacen con cosas de religión. ¿Se creen mejor que el resto de la humanidad porque le recen a la virgen o tengan un pastor y beban herbalaif? ya les echo un cuento.
Mi abuelo murió hace poco. Era ateo, fue camionero durante más de 40 años. Vivió, comió, durmió, cogió como un camionero. Bebía aguardiente, tenía una buena memoria y leía mucho. No lo admiraba por esas cualidades, pero con él aprendí que cuando te toca, te toca. Al final murió en la sala de mi casa mientras desayunaba a los noventa y pico de años, nunca se sabrá la cantidad exacta por cosas de los registros civiles de los pueblos venezolanos. No se cuidó y vivió. No por la tontería esa de personas desinformadas de que la gente de antes duraba más, sino que en mi mente, el hacer lo que le dio la gana con su vida, al menos le valió una existencia placentera sin muchas frustraciones.
Tengo vecinos y conocidos que murieron de las maneras más absurdas e insólitas. Enfermedades raras, balas perdidas, accidentes de auto, etc. Y eran buenas personas, bien portados, iban a gimnasios y todo eso. En fin, vive esta vida donde cada vez nos queda menos. 
Total, seguro que mañana saldrá un idiota con mucha exposición mediática a anunciar que el oxígeno tiene gluten y que la vida da cáncer.
Seguiré viajando, escribiendo, creando porque no quiero que mi único legado sea un hijo o una casa. Mi legado será solo para mi y para mi nombre aunque solo quien me quiere lo recuerde, aunque eso me cueste llegar a viejo arrugado y mucho más feo. Total, nada es más inútil que ser un hermoso cadáver. 
Así que cómete tu Nutella en paz y úntala con lo que más te de placer. Que se jodan los hipocondríacos.

Nuestra zona gris


Nos gusta creer que la mayoría de las cosas que nos gustan o que hacemos son buenas y aceptables. Aunque vivamos al borde de dilemas morales cambiantes en forma pero consecuentes en el fondo, siempre vamos a querer tener la razón y justificarnos. Puedes llamarle arrogancia, ego, miedo, falta de humildad, o como quieras, da igual.
Podemos condenar a quien alaba a un gobierno opuesto a nuestras aspiraciones, pero si es un artista que canta canciones que te gustan, entonces ¿es aceptable? Yo he ido a fiestas de gente ultra opositora, nivel Doña del Cafetal o del Trigal con el regueton de Calle 13 y el Potro Alvarez a full volumen y todo el mundo sandungueando en bonita hermandad. Pero no aplica igual para otros personajes menos célebres. Creo que la condena dependerá del nivel de la fama o del género musical.
Rechazamos a un político o una celebridad por hacer cosas contrarias a nuestra moral o conscientes de como contribuyen a la decadencia social. A muy pocos le importaría que su equipo de fútbol quede campeón aunque el dinero para financiarlo provenga del narcotráfico o del saqueo del tesoro nacional. O ¿qué importa que una vedette sea cómplice de un asesino y narco si está bien buena y sirve de imagen para vender zapatos o templarse el cuero?
Es muy sabroso comer ternera y pollo frito. Me encanta. Es aceptable la muerte de una vaca infante o una gallina adolescente. Pero miran feo y arman un show en Facebook si el banquete es con aletas de delfines, perros y gatos. Yo no como nada de eso, pero así se come en otra culturas con una moral distinta a la nuestra. Si vamos al final de esos razonamientos, comer plantas también está mal. Las plantas sienten, respiran, se mueven, pero como no pueden poner los ojos como el gato de Shrek, a nadie le importa que las metamos en agua hirviendo para despellejarlas.
Si yo mato a una cucaracha está bien, y si es voladora, merezco una condecoración, hijo ilustre de la ciudad. Pero si le pego un tiro a un gorila que potencialmente puede matar a mi bebé de un manotón, está mal y saldré en CNN como un engendro trumpista. Vamos, el gorila también me hubiera matado si estuviera en mi misma situación, es su instinto. La humanización de la conducta animal es una tontería. En estos casos la moral es un asunto de estética y apariencia física del animal. Si parece un peluche, no es asesinable
Golpear, maltratar, vejar y prohibir derechos fundamentales a una mujer está mal. Muy mal. Eso es motivo de marchas y miles de artículos hablando del asunto. Pero si el maltrato fue hecho por musulmanes a mujeres musulmanes, dentro de sus normas, entonces está bien porque esa es su cultura. La pobre pendeja que se joda, eso no es terreno del feminismo moderno.
El paternalismo de estado acaba con naciones. El control de cambio, regalar dinero  a quien no produce, aumentar la burocracia ¿solo está bien si lo hace el gobernante que me simpatiza?
¿Los crímenes ecológicos son protestables solo cuando los cometen trasnacionales y gobiernos de derecha pero silenciables cuando salen de gobiernos socialistas?
Aquella cosa llamada condena moral es inexistente o cuando mucho, se pasea por una zona muy cómoda y gris. Nada nos lo tomamos tan a pecho. Somos seres relativos, sin opiniones objetivas, maleables, miramos solo nuestro ombligo y nuestros intereses. ¿Y saben qué? Está bien. Yo también soy así.