> El Blog de Rubencho: julio 2019

Cómo viajar por España con bajo presupuesto

Montjuic. Barcelona, España. Foto: Rubén Villegas

El sueño de muchos como yo es viajar. Conocer nuevas culturas, ver otros paisajes que nos saquen de la rutina del trabajo y nos den un poco de nuevas energías físicas y mentales que nos ayuden a sobrellevar el día a día.
Pero siempre hay un problema, el dinero. En especial cuando eres inmigrante y muchas veces tienes obligaciones más allá de lo que es tu propia supervivencia. Hijos, gente querida en otros países o ahorro para sacar del infierno socialista a los tuyos.
Viajar implica un gasto. Un gasto que yo miro como inversión, ya que es ganancia para mi mente y mi estabilidad emocional. En la medida en que yo esté más sano, puedo ayudar mejor a los míos. Así que no lo miro como un lujo sino como algo tan necesario como un chequeo médico.


Yo no sé de cuanto es tu presupuesto pero conozco bien el mío, el cual es bastante limitado. No sé cuánto quieres gastar ni a dónde quieres viajar. Esta guía es para mi target propio: clase media baja devaluada, pobre pero honrado. O simplemente pelabolas como yo que queremos recorrer toda España.
Agarra dato:

Planificación: No esperes a un día antes de las vacaciones para decidir a dónde ir. Piensa desde ya qué lugar te gustaría visitar y comienza a buscar información sobre el lugar. Visualízalo, siéntelo. Es un compromiso contigo. Tu regalo luego de sacrificar muchas cervezas de fin de semana o de andar malgastando plata en quien ya te mandó a la friendzone.
Obviamente cada ciudad tiene su propio standard económico. Barcelona, Madrid y Sevilla son más costosas que Oviedo, Cádiz o Toledo. A mayor costo, mayor planificación.
Igualmente toma en cuenta el clima. El sur de España es bastante caluroso en verano, con temperaturas que van de los 35 a 50 grados. En el norte llueve constantemente. Así como toma nota de los días festivos de esa localidad.

Ahorro: Ahorrar es tan difícil como seguir una dieta. Es un compromiso. Debes destinar un porcentaje fijo de tus ingresos. Mételos debajo del colchón o en una chaqueta que nunca te pones. Eso incluye cualquier entrada extra por matanzas de tigres. No pierdas de vista la meta.


Equipaje: Lleva la menor cantidad posible. Las aerolíneas de bajo coste te cobran extra si tu equipaje no es de mano. Así que si son dos, podrían meter todo en una sola maleta o llevar dos bolsos de mano. En invierno es un poco más complicado hacerlo porque usas más ropa. Así que busca un abrigo que te dé calor suficiente como para que no necesites muchas prendas por debajo.

Transporte: Si estás legal en España puedes tomar cualquier medio de transporte, obviamente. Incluso, quienes tienen la famosa tarjeta roja de solicitud de protección internacional, pueden viajar en avión o autobús sin ningún problema. 
Para pasajes de avión, busca en aerolíneas de bajo costo como Vueling o RyanAir. Iberia también tiene vuelos dentro del territorio español. Si compras con al menos dos meses de antelación, un vuelo te puede salir más económico que un autobús o el tren. A medida que lo compres más cerca del dia del viaje, será más costoso.
Hay páginas como Skyscanner y Omnio que funcionan como buscadores de pasajes. Son bastante útiles. Una vez localizado el vuelo o tren, vete directo a la web de la compañía y busca ese boleto allí. Así te ahorras la comisión y hasta te pueden hacer descuentos especiales.
Te añado algunos otros sitios web de interés:
ALSA: Empresas de traslados en autobús.
RENFE: Ferrocarriles.
BlaBlaCar: Traslado extraurbano en coches compartidos.
Para moverte dentro de la ciudad o pueblo, evita los taxis. Investiga si puedes adquirir alguna tarjeta de transporte público que sea multifuncional como las que puedes conseguir en Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao o Valencia.

Hospedaje: Una vez que tengas definido el día de viaje y de regreso, busca dónde quedarte. La idea es pasear y conocer, así que mi exigencia respecto a hoteles es que no me roben el equipaje y que los insectos respeten mi espacio personal. Puedes buscar hostales si no te importa compartir la habitación con otras personas, ver promociones en Airbnb si te interesa un piso completo y por supuesto revisar Booking para tener una mejor idea de los precios según tus necesidades.
Siempre busca hospedarte en lugares céntricos, ya que puedo recorrer los principales lugares de la ciudad sin tomar buses o el metro. Por ejemplo, si te hospedas en el Barrio Gótico de Barcelona tienes muchos monumentos, plazas, parques y la playa donde fácilmente puedes ir caminando. Repito, la idea es conocer y prefiero invertir tiempo y dinero en este aspecto.

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Conocer la ciudad: Recorre primero los sitios que tengas cercanos y familiarizate con las calles de tu entorno. También busca espectáculos gratuitos o de bajo coste. Muchas ciudades y pueblos hacen Ferias y se presentan buenos artistas. Pasarás un buen rato y conocerás mucho de la idiosincrasia española.
Los lunes son los días en que muchos museos y sitios históricos ofrecen entrada gratuita, como el Reina Sofía o El Prado en Madrid. Averigua cuáles son los días y horarios con entrada libre en el lugar que te encuentras y planifica tu itinerario en base a eso.

Comida: La idea de viajar es conocer otras culturas. Y mucha de la cultura está ligada a la comida y la bebida. Elige sitios donde van los habitantes a comer, a tomarse un café o una cañita. Evita franquicias. Integrate a las taguaras locales y autóctonas. En la mayoría se come más rico y se bebe más barato que en los sitios para "guiris" (turistas). Por lo general son los lugares con mayor cantidad de clientes. Fijate bien en el tipo de personas en las mesas. Revisa la puntuación y los comentarios sobre estos lugares en Google o Tripadvisor.

Y por último, diviértete. Dale valor extra a tu esfuerzo en el trabajo. Prémiate por tu salud. Toma miles de fotografías y siempre ten presente que nuestro mayor deber es coleccionar momentos de felicidad.

La renuncia al destino

Carriles del funicular a Tibidabo, Barcelona. España. Foto: Rubén Villegas


"Nadie existe con un propósito. Nadie pertenece a ningún lugar. Todos vamos a morir. Ven a ver T.V."

Morty


La frase que abre este escrito me dejó un buen rato pensando en medio de una crisis personal y laboral, mientras me terminaba la cerveza con que acompañaba el ver este episodio de Rick y Morty.
A primera vista, podríamos pensar que el no tener un propósito en el planeta, nos llena de vacío, tristeza y temor al no tener ninguna meta, ninguna motivación y ningún sentido para la vida.
Yo lo siento como algo liberador. He decidido que no tengo una misión en este planeta. Mi destino no está escrito ni diseñado por otra cosa que no sea el azar. Por mucho que pueda planificar mi jornada de mañana, nada puede evitar que simplemente el mañana no exista. Porque el futuro siempre es incierto.
No he perdido la fe. No siento un vacío existencial. Al contrario, siento que al quitarme el peso del deber ante algo tan impredecible y caprichoso como el universo, La Fuerza o Dios, puedo enfocarme en vivir según mi propio sistema de creencias de valores, que podría reducir a lo que una entrañable y querida amiga llama "el coleccionar momentos de felicidad".
¿Y por qué no buscar la felicidad plena?
Pues porque esta no existe. Es un ideal dentro de seres tan imperfectos, incomprendidos e insatisfechos que somos y siempre seremos.
Siempre habrá algo que nos falte, que nos afecte, que nos parezca injusto e indignante. Y eso rompe esa felicidad, sin que necesariamente nos convierta en seres amargados. Es simplemente lo que hay. 
¿La felicidad es lograr metas? Yo tengo metas, por supuesto, pero ¿qué hay luego de lograrlas? Otras metas. Unas las alcanzaré, otras no. Nunca las lograré todas. Entonces nunca habrá felicidad. 
Quiero abrazar mi realidad con todo lo que tengo y lo que no. Lo que soy y lo que quisiera ser. Amar la vida con todos sus problemas como se ama a la mujer de tu vida aunque forme líos por cosas que pasaron hace 10 años mientras ves la final de la Champions. Así como amas tu gato, el mismo que te deja cucarachas muertas en tu cama como tributo y te deja rasguños en el brazo. La vida no es mala ni buena. No es bonita ni fea. Es la vida. A secas.
Mi legado, como lo he dicho en anteriores oportunidades, no me preocupa. Un hijo no es un legado porque no sé lo que decida ser él o ella cuando crezca. Quizá sea un filántropo que resacte niños abandonados, o un traficante de órganos de esos mismos niños. Es el azar. Tampoco lo serán mis libros, o bienes. No tengo poder sobre lo que pasará con ellos. No se si son rentables. Yo no controlo el mercado.
¿La felicidad es el amor o la paz? ¿Qué puedo hacer si siento que no tengo suficiente amor o algo perturba mi paz?
Aceptar ese tipo de cosas es la paz. Aceptar que hay cosas que no podemos controlar. Aceptar que no todos van a amarnos. Aceptar que podemos ser el blanco del cariño o las frustraciones personales de un tercero sin que nunca sepamos el motivo.
Aunque quiera estar en este mundo para buscar momentos de alegría, seguramente cometa errores que me impidan alcanzarlos. Pues porque soy humano y el autosaboteo es parte de nuestra naturaleza.
Por lo pronto tengo claros cuáles son algunos. Hablar con mi madre, escribir, escuchar música emocionante, viajar, estar con personas que me llenan con momentos y conversaciones que quisiera que no terminen nunca. Eso es lo que busco hoy. No sé lo que buscaré mañana. Pero de eso me ocuparé luego. De todos modos, no importa lo que haga o deje de hacer, algún día moriré. Todos vamos a morir. Mientras más lo aceptemos, menos ansiedad por el futuro sentiré.
Es por esto que renuncio a mi destino. Renuncio a tener un propósito en este planeta.
Mientras tanto, publicaré este artículo mientras escucho Queen. Ya saludé a mi madre. Veré cuáles son los próximos lugares donde quiero tomar fotografías.
Y miraré la TV.