La política venezolana
se define con votos. Votos que se han quedado cortos en la alternativa
democrática para acceder al poder. ¿Por qué no se logra llegar a las masas?
¿Por qué si creemos tener una mejor propuesta para el país, no contamos con una
avalancha de votos duros que resistan cualquier ventajismo, regaladera de
dinero y electrodomésticos, amenazas de pérdida de trabajo, beneficios y otros?
Porque, entre tantas cosas, desde hace muchos años no logramos conectar el
mensaje con el lenguaje. Lo que decimos con el cómo lo decimos. Hablamos “bonito”
pero no nos damos a entender.
El venezolano se ha
acostumbrado a un tipo de mensaje imponente, se deslumbra ante quienes
transmiten fuerza y autoridad. Si revisamos los liderazgos surgidos en los
últimos 200 años lo corroboramos. Esto posiblemente sea ante la necesidad de
sentirnos protegidos, seguros, esa tranquilidad de saber que estamos en manos
de alguien mas fuerte y poderoso que nosotros. No es precisamente un signo de
debilidad o barbarie. Si no que, ante una sociedad con pocas oportunidades de
progreso o con inestabilidad por conflictos políticos y sociales, lo mejor es una
“mano dura” que ponga orden y nos deje dormir tranquilos.
Otro de los rasgos a
tomar en cuenta es que nos gusta que nos hablen sin muchos rodeos. Aunque sea
una conversa o discurso largo, el incluir frases que nos resuenen o afecten de
forma directa nos atrae. Muchos políticos de oposición han cometido el
gigantesco error de querer hablarle a las “masas”, a todos los públicos. AL
hacerlo, ningún sector logra sentirse plenamente identificado. Siente que le
falta “algo” al discurso. Yo recomiendo fijar nuestra comunicación al sector
que necesita mayor apoyo en estos momentos como lo son los de mas bajos
recursos. Sin caer en la demagogia hay que centrar nuestro lenguaje en ellos,
comprender lo que quieren y necesitan, saber de sus inquietudes, lo que los
motiva y a lo que le temen. Para que de forma sincera y eficiente podamos
abocarnos a presentarles alternativas de solución a sus situaciones diarias
como el desempleo, la seguridad, servicios públicos, educación y mejoramiento
integral de la calidad de vida. Yo, honestamente, me guardaría las palabras o
actitudes que pueda gustarle a la clase media y alta para encuentros muy
cercanos o íntimos. Sinceramente a la gente que mas nos necesita poco le
importa cuánto se le regala a Cuba, el decrecimiento del PIB o la producción de
PDVSA. Y eso no los hace malos ciudadanos, es que simplemente los riesgos de
inundación o la falta de electricidad en sus comunidades le importan en mayor
medida.
Apuesto por un lenguaje
fuerte, atrevido pero popular, directo a las aspiraciones de los sectores
populares. Sin tantas palabras rebuscadas o cifras difíciles de recordar. Vamos
al grano, a lo que quiere la mayoría pero sin ser un circo. Ellos no necesitan
saber cuanto hemos estudiado o viajado. De nosotros necesitan soluciones
prácticas y tangibles. Solo así podremos conectarnos con las bases, para que
los partidos crezcan de abajo hacia arriba de forma sólida, constante y
perduren en el tiempo. Y una vez con responsabilidades de gobierno otorgadas
por el pueblo, poder construir la Mejor Venezuela.