> El Blog de Rubencho: noviembre 2012

La educación política, la llave maestra.

Estos son tiempos donde mas que nunca es necesaria la reformulación de la forma de hacer política en Venezuela.
Las nuevas generaciones exigen a los partidos sinceridad en sus propósitos para poder identificarse con ellos. Una mayor exposición de la política hace necesaria la transmisión de valores, principios y propuestas reales para aceptar seguir un lineamiento y apoyarlos en cualquier contienda electoral.
Pero por regla general, no se puede ofrecer algo que no se tiene. Es por esto que los partidos políticos deben acentuar en la preparación intelectual ideológica de sus activistas. Se debe educar y formar a conciencia y de forma productiva a toda la base en un discurso que pueda servir para impulsar liderazgos sociales que promuevan e impulsen soluciones reales y factibles a los problemas de cada comunidad, parroquia y municipio del país. No se puede ofrecer una política educativa progresista si no se es capaz de formar a quienes deben llevarla a cabo en caso de lograr estas posiciones de poder
El gobierno nacional ha logrado ocupar muchos espacios claves de formación a corto, mediano y largo plazo. Dominan el sistema educativo, salvo las universidades autónomas. Allí vemos como se trabaja para inculcar mensajes de apoyo a utopías anacrónicas inspiradas solo en el culto a la personalidad del líder y otros íconos sobrevalorados como el Che Guevara o Fidel Castro. Es la imposición de su manera totalitaria de ver el mundo, con sus ídolos de pies de barro y sus enemigos necesarios como el “imperio” o la “CIA”. Su lucha personal pero ficticia entre el bien y el mal.
Los partidos deben tener establecido y en funcionamiento continuo sus centros de formación de activistas. Es una política interna que conlleva la apertura del debate y el surgimiento de nuevas ideas que se adapten a los tiempos y a las realidades sociales actuales. Es un hecho que las organizaciones políticas que no tienen clara su dirección y postura ante todos los aspectos que afectan la vida diaria de los ciudadanos, no han logrado victorias electorales importantes a nivel nacional. Solo se han limitado a sostener algunos liderazgos regionales. Es por esto que la formación en cuanto al manejo del discurso ideológico, activismo de calle, liderazgo social, Derechos Humanos y valores es imprescindible para una lucha política coherente y transmitir nuestra visión del país que queremos. La mejor Venezuela.
En Venezuela existen diversas instituciones, algunas ligadas a partidos, que ofrecen cursos, seminarios y diplomados en temas sobre formación política. Iniciativa que me parece loable. Sin embargo yo apuesto por un sistema educativo partidista masificado, que vaya a las comunidades de forma constante, que estimule a las bases a participar en ellos, formando núcleos en todas las instancias geográficas y territoriales. No todos los activistas podrán movilizarse a las grandes ciudades para un taller. Es mucho mas efectivo si llevamos la actividad a ellos. ¿No es eso lo que luego ofreceremos a nivel macro en todo el sistema educativo venezolano? ¿No es lo ideal? Pues llevémoslo adelante en nuestros espacios.
La educación debe ser algo constante en todos los ámbitos y este no es la excepción. Además de proporcionar como valor agregado la fidelidad traducida en “votos duros”, la estandarización de procesos, la activación constante de equipos de trabajo incluso en épocas cuando no hay campaña electoral. Recordemos que estamos frente a un gobierno que mantiene una constante exposición y contacto con sus seguidores y esa, definitivamente es una de sus fortalezas. Se hace pues necesario entonces aplicar estrategias que conduzcan a una activación de fuerzas democráticas que conserven las perspectivas sobre los problemas reales de la gente. Y esto solo es posible si estamos lo suficientemente preparados didácticamente para conectarnos con nuestro pueblo.

Lo que nos falta


Superado (de mi parte) el despecho post 7-O y ya adentrándonos en la campaña para las elecciones regionales, sigo con la fe intacta en que en algún momento este gran país que es Venezuela, dejará la sombra del militarismo y la farsa socialista para seguir el camino del progreso.
Ahora bien, ¿Por qué no ahora?
Porque, según mi criterio, aún no merecemos ser gobierno. Aún no nos hemos ganado tener esa gigantesca misión de tomar las riendas del país y marcar una diferencia. Ser relevantes. Hacer historia.
Una de los pilares que sostienen la democracia es la fortaleza de los partidos, ese empuje para mantener a los ciudadanos organizados en base a proyectos, ideologías y visión de país. Hemos ganado un terreno inmenso al darle protagonismo a partidos de alternativa democrática que hacen vida en la oposición. Algunos emergentes, otros con algún trecho ya recorrido. Pero lamentablemente sin conexión real con las bases más allá de la búsqueda de votos.
Pero una de las cosas que nos ha demostrado estos 14 años de gobierno de Chávez, es que es totalmente inútil centrarnos en propuestas que no pasan de ir en su contra.
La ciudadanía nos exige alternativas sinceras. No se sienten identificados con ese discurso de sacar a los rojos y ya. Para una gigantesca parte de la población eso es un salto al vacío. Un miedo inmenso a perder lo poco que obtienen a cambio de nada.
Es por esto que, ahora mas que nunca es vital que los partidos dejen de ser solo maquinas electorales, buscadores de votos para cada elección. Es necesario ir mas allá. Asumir un liderazgo social.
Ese liderazgo que se adentra en las comunidades con mayores carencias, hacerles ver que merecen una vida mejor. Un liderazgo sincero que viva en carne propia los problemas de apagones, contaminación del agua, transporte deficiente, la delincuencia y la falta de empleo, entre otros.
Preguntémonos ¿cuándo fue la última vez que uno de nuestros líderes políticos asumió el liderazgo social en un reclamo por inundaciones? Claro que algunos lo han hecho. Pero necesitamos que lo hagan todos.
Para ilustrar un poco acerca de cómo muchos habitantes de comunidades ven a nuestros líderes políticos imagínese que usted está esperando en una parada de bus. Está lloviendo, pasa un carro a toda velocidad y lo baña a usted y a todos allí. Luego viene un malandro y lo asalta. Para después recibir el saludo de alguien que viene fresco y con una sonrisa de oreja a oreja a pedirle sin mas: Vota por mi!
¿No es para mandarlo al carajo?
Pues así mismo nos ve muchísima gente en las comunidades. No estamos ofreciendo nada concreto, no estamos viviendo lo que ellos viven, no entendemos su realidad concreta. Les hablamos de inflación y del dinero que se regala a Nicaragua. Cosas que no sabemos si le importan. Cuando la preocupación real de esa persona es que se le fue el agua desde hace un mes. Y tenemos el descaro de solo ir a pedirles para nosotros.
Para poder ganar, para poder ofrecer una alternativa real a esos 8 millones y pico de personas, debemos conectarnos con lo que necesitan. El insulto y la descalificación a ellos, es la estrategia mas torpe y llena de ignorancia que se pueda hacer. Eso es rabia y resentimiento. Cuando alguien de los nuestros lo hace, es tan igual como el de otro bando que habla de oligarcas, majunches, etc. No son mejores ni peores que nosotros. Y si no somos mejores, no merecemos gobernar este país.
El progresismo lo viviremos cuando seamos capaces de potenciar a nuestros lideres sociales y comunitarios. Cuando seamos capaces de formarlos y multiplicarlos en cantidades industriales. En masa, con discurso y acciones coherentes, reales. Lejos de aquella época oscura donde el líder es solo aquel que sale en Globovisión.
El liderazgo será reconocido por la base. Por quienes mueven a Venezuela. Desde los barrios, parroquias y municipios. En una campaña que no tiene fecha de culminación, es constante. No de cada seis años.
El ser líder es algo que se logra, se merece. No algo que se negocia a espaldas de los ciudadanos.
El día que todos entendamos eso, la mejor Venezuela será posible.

Psicología y liderazgo espiritual en el deporte. ¿Compatibles o rivales?


Mucho se ha hablado en el deporte de alta competencia en la actualidad, acerca de la importancia de los profesionales de ayuda dentro del equipo técnico y de preparación integral de los atletas.
El ser humano, por ser una unidad bio, psico, social necesita tener un balance entre todos los aspectos que influyen en su rendimiento integral. Y los deportistas no son la excepción.
Es necesaria la presencia de profesionales de la conducta tales como psicólogos, terapeutas y orientadores que complementen la labor de la institución y entrenadores. Estos últimos han dado paso a la influencia científica que ejerce el uso de la psicología como una herramienta vital que acompañe la puesta a punto de las estrategias, tácticas y optimización del rendimiento físico.
El profesional de la conducta enfocado en deportes, tienen como función dirigir correctamente todo el potencial del atleta a nivel mental. Por medio de diferentes técnicas, consolida la planificación de objetivos y metas a corto, mediano y largo plazo.
Busca la sistematización de rutinas positivas que brinden estabilidad y seguridad en el atleta para afrontar las diferentes situaciones, dentro del terreno de juego y no perder la perspectiva y convicción acerca de su capacidad para afrontar los retos.
Estos profesionales, además se valdrán de instrumentos de observación y evaluación de actitudes, conductas, pensamiento y percepción del entorno y del deportista en si. Para así poder determinar los elementos que puedan influir positiva o negativamente en su desarrollo, tanto individual como dentro de un grupo. Así como el evaluar y ejecutar estrategias que ayuden al equipo completo en la búsqueda de un comportamiento orientado al éxito.
También le otorgan al atleta herramientas de automotivación para afrontar retos y reveses. Así mismo para manejar el éxito y no caer en triunfalismos que sobrevaluen sus capacidades. En este aspecto es donde se nota el trabajo en aquellos deportistas que logran sobreponerse a situaciones familiares y profesionales adversas, así como la disciplina de aquellos que logran las victorias para celebrarlas de la forma y en los momentos adecuados.
Esta figura se complementa con el líder espiritual del equipo, quien rara vez es el mismo. El líder espiritual por lo general es el entrenador o algún integrante del cuerpo técnico, el capitán, el jugador con mayor experiencia, o aquel que sus valores religiosos y morales sirven de ejemplo y guía a sus compañeros.
Un líder espiritual en el deporte podemos verlo en la figura de Phil Jackson, multicampeón con los Chicago Bulls y Los Angeles lakers de la NBA, quien con sus convicciones morales y religiosas, ha encontrado su manera particular de influir en el ánimo de los jugadores a su mando.
Puede complementarse perfectamente con el psicólogo o el orientador deportivo para unir esfuerzos en la búsqueda de la armonía en el grupo. Aunque, obviamente, sus acciones y procedimientos sean muy diferentes.
El líder espiritual actuará en base a sus experiencias, su calidad humana y su buena voluntad. No necesariamente conoce de técnicas de ciencias de la conducta como las que maneja un psicólogo. El psicólogo actuará en base al diagnóstico científico y profesional que realice.
En caso de que ocurran discrepancias entre ambos, deben poner de su parte para lograr un consenso, cada quien desde sus puntos de vista válidos en pro del mejor escenario para el equipo.
Cuando estos dos personajes logran compenetrarse y trabajar en conjunto con el resto del cuerpo técnico y directivos se pueden obtener resultados sorprendentes, incluso para los mas entendidos y convertir un equipo subestimado en una maquinaria ganadora, exitosa, llena de seres humanos en el camino de la estabilidad, la paz y el don de ganadores en sus manos.