Estos son tiempos donde mas que nunca es necesaria la reformulación de la forma de hacer política en Venezuela.
Las nuevas generaciones exigen a los partidos sinceridad en sus propósitos para poder identificarse con ellos. Una mayor exposición de la política hace necesaria la transmisión de valores, principios y propuestas reales para aceptar seguir un lineamiento y apoyarlos en cualquier contienda electoral.
Pero por regla general, no se puede ofrecer algo que no se tiene. Es por esto que los partidos políticos deben acentuar en la preparación intelectual ideológica de sus activistas. Se debe educar y formar a conciencia y de forma productiva a toda la base en un discurso que pueda servir para impulsar liderazgos sociales que promuevan e impulsen soluciones reales y factibles a los problemas de cada comunidad, parroquia y municipio del país. No se puede ofrecer una política educativa progresista si no se es capaz de formar a quienes deben llevarla a cabo en caso de lograr estas posiciones de poder
El gobierno nacional ha logrado ocupar muchos espacios claves de formación a corto, mediano y largo plazo. Dominan el sistema educativo, salvo las universidades autónomas. Allí vemos como se trabaja para inculcar mensajes de apoyo a utopías anacrónicas inspiradas solo en el culto a la personalidad del líder y otros íconos sobrevalorados como el Che Guevara o Fidel Castro. Es la imposición de su manera totalitaria de ver el mundo, con sus ídolos de pies de barro y sus enemigos necesarios como el “imperio” o la “CIA”. Su lucha personal pero ficticia entre el bien y el mal.
Los partidos deben tener establecido y en funcionamiento continuo sus centros de formación de activistas. Es una política interna que conlleva la apertura del debate y el surgimiento de nuevas ideas que se adapten a los tiempos y a las realidades sociales actuales. Es un hecho que las organizaciones políticas que no tienen clara su dirección y postura ante todos los aspectos que afectan la vida diaria de los ciudadanos, no han logrado victorias electorales importantes a nivel nacional. Solo se han limitado a sostener algunos liderazgos regionales. Es por esto que la formación en cuanto al manejo del discurso ideológico, activismo de calle, liderazgo social, Derechos Humanos y valores es imprescindible para una lucha política coherente y transmitir nuestra visión del país que queremos. La mejor Venezuela.
En Venezuela existen diversas instituciones, algunas ligadas a partidos, que ofrecen cursos, seminarios y diplomados en temas sobre formación política. Iniciativa que me parece loable. Sin embargo yo apuesto por un sistema educativo partidista masificado, que vaya a las comunidades de forma constante, que estimule a las bases a participar en ellos, formando núcleos en todas las instancias geográficas y territoriales. No todos los activistas podrán movilizarse a las grandes ciudades para un taller. Es mucho mas efectivo si llevamos la actividad a ellos. ¿No es eso lo que luego ofreceremos a nivel macro en todo el sistema educativo venezolano? ¿No es lo ideal? Pues llevémoslo adelante en nuestros espacios.
La educación debe ser algo constante en todos los ámbitos y este no es la excepción. Además de proporcionar como valor agregado la fidelidad traducida en “votos duros”, la estandarización de procesos, la activación constante de equipos de trabajo incluso en épocas cuando no hay campaña electoral. Recordemos que estamos frente a un gobierno que mantiene una constante exposición y contacto con sus seguidores y esa, definitivamente es una de sus fortalezas. Se hace pues necesario entonces aplicar estrategias que conduzcan a una activación de fuerzas democráticas que conserven las perspectivas sobre los problemas reales de la gente. Y esto solo es posible si estamos lo suficientemente preparados didácticamente para conectarnos con nuestro pueblo.