En el desempeño de todo deportista existen elementos importantes que inciden positiva o negativamente en su rendimiento. Su entrenamiento, la calidad de su indumentaria, las instalaciones deportivas, los entrenadores, etc. Pero hay un aspecto que abarca desde su vida personal, su carácter, su personalidad, más allá de sus condiciones atléticas. Este es la inteligencia emocional.
El saber manejar el temperamento, el stress, la frustración, ser prudente con el triunfalismo, mantener la calma y la cordura en las situaciones mas tensas de los desafíos. Todo puede ser un factor decisivo a la hora de lograr la victoria, sufrir una derrota, pasar por la amargura de una lesión o mantenerse sano con una salud inquebrantable.
La inteligencia emocional se convierte entonces en un componente clave en la vida de todo atleta, una vez que influye directamente en la toma de decisiones constantes sobre el como asumir ciertas situaciones positivas o negativas, entender el juego para aprovechar todos los factores a su favor, identificarse con los valores del deporte, estar motivados hacia el logro de las metas y objetivos personales y del equipo y aprovechar sus cualidades de liderazgo y empatía.
Todas las emociones se relacionan con gestos corporales o un lenguaje hablado. Muchas veces podemos intuir y hasta predecir el resultado de un partido con solo ver la actitud de los jugadores cuando comentan por televisión sobre lo que ocurrió o lo que ocurrirá en la cancha o hasta por sus expresiones físicas. Y esa sensación de victoria o derrota siempre irá acorde con lo que expresan sus cuerpos o sus voces.
Por otra parte, no todas las emociones están relacionadas con la práctica deportiva en sí. Las relaciones familiares o personales, la convivencia diaria con el resto de sus compañeros, el entrenador o la directiva, la aceptación o el rechazo del público y la relación con los medios de comunicación incidirán directamente en el desempeño del atleta.
Es de importante recordar en atletas como Tiger Woods, a quien su adicción al sexo y su divorcio que derivó en escándalo, provocó una caída significativa en su desempeño incluso antes de que la situación se le saliera definitivamente de las manos. Casi la misma situación con Ronaldinho y las causas que llevaron a su salida del Barcelona o su exclusión en la lista de convocados por Brasil al Mundial de Suráfrica 2010. Bajo rendimiento combinado con frecuentes noches parranderas. ¿Hasta donde habría llegado Mickey Mantle de no haber sido un alcohólico recurrente y estar ebrio en el estadio en mas de la mitad de los partidos que jugó con los Yankees?. O para irnos a casos mas sencillos y cotidianos. ¿Recuerdas algún joven atleta que no llegó mas allá en su carrera por la excesiva presión de sus padres o sus entrenadores? Esos casos son más recurrentes de lo que pueda imaginarse.
Sabemos acerca de deportistas que no tienen buen desempeño cuando juegan en estadios llenos de público o que los abuchean, en categorías inferiores con poco público brillan. Podemos verlo en muchos aspirantes a medallas olímpicas. Incluso muchos equipos han sido derrotados primero por el público y la prensa antes que por el propio rival. Por decirlo de una manera elegante, el valor se les hace agua y se les escurre por todos lados.
En otros, en cambio, se convierte en un componente de goce y alegría adicional. Podemos recordar el caso de Bebeto, delantero de la selección de Brasil que ganó el mundial del 94 y donde antes del partido contra Holanda se enteró del nacimiento de su hijo. Jugó su mejor partido del mundial, logró anotar y patentó una de las celebraciones más famosas del fútbol. El mover sus brazos juntos imitando el mecer a un bebé. O Curt Schilling en la serie Mundial de 2004 lanzando con los calcetines ensangrentados y con la inspiración y el apoyo del público y su esposa para lograr aquella famosa remontada de los Red Sox.
Hoy en día, en las investigaciones sobre crecimiento y desarrollo del atleta, se ha llegado a la conclusión que las emociones juegan un papel fundamental en los resultados obtenidos por los deportistas de cualquier disciplina.
Las organizaciones de alta competencia cuentan con todo un equipo multidisciplinario que incluyen profesionales de ayuda como psicólogos, psiquiatras y orientadores que se tienen como tarea el desarrollo personal del equipo y los individuos que lo componen, conscientes de que los torneos y partidos primero se ganan en la mente del deportista y luego en el terreno de juego. Para ello se valen de técnicas de relajación, sesiones de motivación grupales e individuales, atención integral, evaluación del perfil personal, familiar y social del jugador.
Es conocida la historia del video motivacional preparado por el quipo de psicología del club que colocó Pep Guardiola a los jugadores del Barcelona justo antes de disputar la final de la Champions de 2009 que se jugó en Roma. La combinación de imágenes y frases de la película Gladiador con momentos de genialidad colectiva e individual de los propios jugadores, con la música enaltecedora del espíritu victorioso, sin duda influyeron en el estado de ánimo de los jugadores. Se cuenta que Jose Mourinho hizo lo mismo con el Inter en 2010 pero con imágenes de la película "Invictus". Sin embargo, aunque lógicamente un video por si sólo no hizo que alzaran las copas, se convirtió en un factor anímico positivo para ellos.
En organizaciones de grandes ligas sucede que cuando un jugador está pasando por una mala racha, casualmente también se lesiona. Es normal creer que bajó su rendimiento producto de la lesión. Pero en realidad son colocados en muchos casos en lista de lesionados mientras son sometidos a sesiones de motivación, relajamiento, etc. o simplemente se les permite tomar distancia de la situación que no pueden resolver como lo es su "slump". Una vez que regresan pueden resolver esta situación, mucho mas calmados y con la tranquilidad que necesita un profesional para salir delante de las situaciones adversas.
Los atletas, aunque muchas veces los veamos como superhéroes indestructibles, son, antes que nada, seres humanos. Así vemos como el factor emocional y psicológico tiene un peso enorme en los resultados dentro del terreno de juego. Es por esto que la preparación y el desarrollo de la inteligencia emocional debe ser un factor clave a tener en las organizaciones con tanto peso como el entrenamiento físico y táctico. Si el ser humano no maneja inteligentemente sus emociones e impulsos, su carrera será limitada a un "pudo haber sido" sin ningún valor. Ni para él ni para sus familias ni para la sociedad.
Ruben Villegas