Tener pareja es una oportunidad para crecer en el aspecto por donde mejor fluya la relación, ya sea en lo afectivo, lo sexual, lo espiritual, lo económico (vamos, no voy a darles lecciones morales sobre ese asunto tan antiguo) y cualquier otro plano. ¿Pero qué sucede con nuestro entorno?
He tenido amistades que han tenido cambios drásticos en su trato familiar y con su círculo de amistades. Es aceptable y entendible cuando la relación es altamente satisfactoria y las viejas amistades no evolucionan al mismo ritmo de nuestras nuevas aspiraciones, pero los casos que me han preocupado son los que llegan al aislamiento, asumiendo solamente el trato con amistades de la pareja. He visto como esto sucede con mujeres y hombres. Los motivos pueden ser de lo más variados: celos, actitud posesiva, desconfianza, capricho y pare de contar. Se pueden escudar en que los familiares son unos chismosos o metiches, hombres y mujeres no pueden ser amigos, chantajes, historias conflictivas, en fin, el catálogo es amplio en cuanto a historias.
Amigos, nunca olviden esto: Los culos pasan, los amigos quedan.
Estas mismas personas suelen llevarse notorios cabezazos cuando la relación termina y se dan cuenta que hicieron un efectivo trabajo alejando a los suyos. Con algo de suerte y compasión, alguno retomará la interacción. Pero en otros casos, el aislamiento que les comenté más arriba, lleva a un círculo vicioso, donde además de lo afectivo, sexual, etc, se suma el temor a quedar solos al estar en dependencia social absoluta de su pareja y el círculo familiar y amistoso de esta.
Ten todas las relaciones que quieras y vívelas como te plazca. Pero que estas no te roben ni un poco de identidad y espacio personal. A la hora de un imprevisto, puede que este sea el único patrimonio que te quede.