Superado (de mi parte) el despecho
post 7-O y ya adentrándonos en la campaña para las elecciones regionales, sigo
con la fe intacta en que en algún momento este gran país que es Venezuela,
dejará la sombra del militarismo y la farsa socialista para seguir el camino
del progreso.
Ahora bien, ¿Por qué no ahora?
Porque, según mi criterio, aún no
merecemos ser gobierno. Aún no nos hemos ganado tener esa gigantesca misión de
tomar las riendas del país y marcar una diferencia. Ser relevantes. Hacer
historia.
Una de los pilares que sostienen la
democracia es la fortaleza de los partidos, ese empuje para mantener a los
ciudadanos organizados en base a proyectos, ideologías y visión de país. Hemos
ganado un terreno inmenso al darle protagonismo a partidos de alternativa
democrática que hacen vida en la oposición. Algunos emergentes, otros con algún
trecho ya recorrido. Pero lamentablemente sin conexión real con las bases más
allá de la búsqueda de votos.
Pero una de las cosas que nos ha demostrado
estos 14 años de gobierno de Chávez, es que es totalmente inútil centrarnos en
propuestas que no pasan de ir en su contra.
La ciudadanía nos exige alternativas
sinceras. No se sienten identificados con ese discurso de sacar a los rojos y
ya. Para una gigantesca parte de la población eso es un salto al vacío. Un
miedo inmenso a perder lo poco que obtienen a cambio de nada.
Es por esto que, ahora mas que nunca
es vital que los partidos dejen de ser solo maquinas electorales, buscadores de
votos para cada elección. Es necesario ir mas allá. Asumir un liderazgo social.
Ese liderazgo que se adentra en las
comunidades con mayores carencias, hacerles ver que merecen una vida mejor. Un
liderazgo sincero que viva en carne propia los problemas de apagones,
contaminación del agua, transporte deficiente, la delincuencia y la falta de
empleo, entre otros.
Preguntémonos ¿cuándo fue la última
vez que uno de nuestros líderes políticos asumió el liderazgo social en un
reclamo por inundaciones? Claro que algunos lo han hecho. Pero necesitamos que
lo hagan todos.
Para ilustrar un poco acerca de cómo
muchos habitantes de comunidades ven a nuestros líderes políticos imagínese que
usted está esperando en una parada de bus. Está lloviendo, pasa un carro a toda
velocidad y lo baña a usted y a todos allí. Luego viene un malandro y lo
asalta. Para después recibir el saludo de alguien que viene fresco y con una
sonrisa de oreja a oreja a pedirle sin mas: Vota por mi!
¿No es para mandarlo al carajo?
Pues así mismo nos ve muchísima
gente en las comunidades. No estamos ofreciendo nada concreto, no estamos
viviendo lo que ellos viven, no entendemos su realidad concreta. Les hablamos
de inflación y del dinero que se regala a Nicaragua. Cosas que no sabemos si le
importan. Cuando la preocupación real de esa persona es que se le fue el agua
desde hace un mes. Y tenemos el descaro de solo ir a pedirles para nosotros.
Para poder ganar, para poder ofrecer
una alternativa real a esos 8 millones y pico de personas, debemos conectarnos
con lo que necesitan. El insulto y la descalificación a ellos, es la estrategia
mas torpe y llena de ignorancia que se pueda hacer. Eso es rabia y
resentimiento. Cuando alguien de los nuestros lo hace, es tan igual como el de
otro bando que habla de oligarcas, majunches, etc. No son mejores ni peores que nosotros. Y si no somos mejores, no merecemos gobernar
este país.
El progresismo lo viviremos cuando
seamos capaces de potenciar a nuestros lideres sociales y comunitarios. Cuando
seamos capaces de formarlos y multiplicarlos en cantidades industriales. En
masa, con discurso y acciones coherentes, reales. Lejos de aquella época oscura
donde el líder es solo aquel que sale en Globovisión.
El liderazgo será reconocido por la
base. Por quienes mueven a Venezuela. Desde los barrios, parroquias y
municipios. En una campaña que no tiene fecha de culminación, es constante. No
de cada seis años.
El ser líder es algo que se logra,
se merece. No algo que se negocia a espaldas de los ciudadanos.
El día que todos entendamos eso, la
mejor Venezuela será posible.