La posverdad o post-truth es la distorsión intencionada de la realidad, que apela a las emociones y creencias de las masas con el fin de crear realidades alternativas que tengan un provecho, casi siempre político.
Manipular la opinión de las masas es parte de las habilidades de cualquier megalómano, llámese político, músico, escritor, parásito mediático tipo las Kardashian o similares, actor y quien sea que aspire al poder o ser celebridad. Es una estrategia donde la divulgación y viralización de algo dicho como verdad, tiene mucha más importancia que la verdad en sí misma.
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En Internet es costumbre difundir como noticia que alguien dijo algo, sin importar si es verdad o falso y sin dar espacio a la aclaratoria de que el sujeto estaba mintiendo. Es más probable que alguien difunda que Lorenzo Mendoza está pensando en ser candidato a presidente de Venezuela que el hecho real y comprobable que este empresario jamás ha dicho ni una palabra sobre este asunto. De hecho la única grabación disponible de un acercamiento de la prensa con una pregunta directa al respecto solo suma tres palabras como respuesta: "No, nada, nada". Pero no importa, ya la cosa está en el imaginario popular con un montón de opinadores rellenando espacio en medios hablando sobre una intención política de Mendoza que no existió, que no existe y muy probablemente nunca existirá. Acá se obvian los hechos para calmar la ansiedad y desesperación por la ausencia de alternativas, de liderazgos serios en la oposición en sus distintas vertientes, sumados a la mayor crisis social, política y económica de nuestra historia. Un caldo de cultivo perfecto. ¿Qué pasará cuando dicha candidatura no se concrete? Mayor confusión, dispersión, decepción, depresión. ¿Y quiénes seguirán reinando y riendo ante esto? Sí, "ellos".
En forocuatro.tv nos presentan un esquema de cómó funciona la posverdad sistematizada paso a paso.
Veamos un ejemplo: En los grupos de Facebook de inmigrantes venezolanos, suelen difundirse noticias periódicamente de delitos relacionados con los nuestros. El último es una supuesta pelea entre un paisano y un peruano en un bus. Hablo de supuesta porque me pareció muy raro que alguien grabase todo el suceso desde una posición privilegiada, nunca hubo pronunciamiento de autoridades ni nada que me indique que esto pasó en realidad, así que bien pudo ser simulado, como muchos otros "sucesos" que nunca ocurrieron en Panamá y próximamente en Chile y España. El asunto ya es viral con sus respectivos detractores y apoyadores enfrentados enconadamente. Muchos medios tomarán la noticia como cierta ante la grave crisis de calidad en el periodismo latinoamericano, en especial el venezolano, y será publicada. Ya no importa que se demuestre la falsedad o veracidad de este hecho, ya quedó en la mente de miles. La tarea ha sido completada. ¿Cuál es la matriz que se busca? Que los venezolanos somos parias, que todos nos rechazan a pesar de haber recibido a millones de la mejor manera (cosa que también es falsa), abriendo las puertas a futuros grupos ultranacionalistas dentro y fuera del chavismo. Para dominar y agrupar a las masas se necesitan enemigos, reales o imaginarios. Casi siempre, imaginarios.
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No nos dará tiempo de asimilarlo porque esta semana seguramente habrá otro show, o ya está ocurriendo mientras escribo. Y mientras nos enteramos de la gravedad del próximo, el gobierno o la oposición (toda) creará otra noticia, cierta o falsa que cubra la anterior, sumergiéndonos en un estado de total incertidumbre. La incertidumbre lleva a la ansiedad, el estrés, y esto lleva a tomar muy malas decisiones como ciudadanos. Por eso ya se están preparando lavar la cara a los militares, con la base de que con lo de antes se vivía mejor. Para que la bacteria del militarismo nunca se vaya de nuestro ADN.
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En este momento siento que a nivel informativo estamos como un boxeador novato ante Mohamed Alí, dando tumbos por el cuadrilátero recibiendo puñetazos sin saber de dónde vienen. Ante esta cruel distorsión de la realidad, surge la disonancia cognitiva. Ese estado donde los hechos chocan contra nuestras creencias e insistimos en moldearlos subjetivamente para amortiguar el impacto y mantenerlas intactas. Subsistiendo en todo un sistema de mentiras donde chavez podría ser recordado como un tipo cómico y bonachón gracias a los memes difundidos ampliamente por chavistas y opositores, que nicolás maduro y los socialistas no tienen ni idea de lo que hacen (sí saben, toda la crisis fue fríamente calculada) para que en su momento le abramos la puerta a "socialistas de verdad".
Siempre irán directo a nuestras emociones para marearnos con el cloroformo de la posverdad. La nostalgia, la ira, la frustración, la impotencia, el luto, el despecho, nuestro gusto por los chistes fáciles, la necesidad de paz, todo sirve para mantener un sistema de mentiras sin pies ni cabeza pero ampliamente aceptadas socioculturalmente. Para que siempre estemos confundidos, para que nunca nos unamos, para que "ellos" siempre reinen.