¿Y si toda lucha, todo cambio, cada muerte, cada derrocamiento, cada agitación social, estuvo calculada desde hace 200 años para que ganasen siempre los mismos, a su manera, con sus reglas, en su único y exclusivo beneficio?
Haciendo gala de mis paranoias sociales quisiera invitarlos a este ejercicio mental, a que cuestionemos nuestra historia. Qué pasaría si en realidad todo esto que hemos vivido como país, forma parte de un guión. Ojo, no nos detengamos en la respuesta simplista de que la MUD pactó con el chavismo, aunque el accionar de muchos de sus integrantes nos indique precisamente eso, o si los sucesos del 27 de febrero de 1989 fueron planificados con meses de antelación, vamos más allá, retrocedamos en la historia, al origen de la república, o quizás mucho más atrás. Hoy te hablaré de una de mis teorías conspiranoicas.
La conducta humana, tanto individual como en masas es, en buena parte, predecible y manipulable. Respondemos a estímulos, recompensas, amenazas, esperanzas y decepciones según nuestras experiencias y expectativas. Considero posible que haya un grupo incólume, perenne, exclusivo e invisible que siempre está un paso adelante de esto, previendo cada situación y cada reacción en base a estudios pragmáticos y meticulosos para mover los hilos de nuestra trama social tras bambalinas.
Hablamos de una cofradía cuyos intereses están por encima de las circunstancias de toda la población, un grupo a quienes les da igual si los gobernantes son honestos o corruptos, de derecha, centro o izquierda, si son militares o civiles, si quieren cumplir con un ideal de nación o si solo velarán porque se cumpla el saqueo para su provecho. Ellos escogen a los contrincantes, manipulan hechos, hace que las noticias se rieguen y se olviden, provocan crisis, generan soluciones, son creadores y destructores, más allá del bien y el mal. A este grupo no le interesa el dinero, les interesa el poder. Cualquier costo en vidas, dólares, infraestructura es incomparable al inmenso placer de tener en sus manos el destinos de millones de personas. Y por paradójico que parezca, personificarían los mayores anhelos humanos. Son dioses hechos carne y huesos. Todo lo pueden, todo lo saben.
Al mismo tiempo son jueces y verdugos que no dudan en sacar del camino a quien ya no les sirve. Los desobedientes son desprestigiados, olvidados, muertos, derrocados, sin miramientos, para poder continuar hilando nuestra trama. No siempre los desobedientes quedan mal ante la historia, a veces son recordados con júbilo, sus nombres aparecen en plazas, liceos y universidades, y en su fecha natal se les recuerda con algún acto o frase en los medios de comunicación. Como un Show de Truman nacional del que todos somos parte, todos actuamos, todos contribuimos sin saberlo, pero arrogantes al creernos bravos y rebeldes. Tal vez, quistes mentales de nuestra cultura como el miedo a proclamarse abiertamente liberal, asociar ser de izquierda con ser buena gente, el alabar sin ton ni son a los curas y creer que la solución a todas los problemas administrativos, de orden, económicos y sociales pasa necesariamente por los militares fueron creados por un grupo que ni es de izquierda ni es militar, ni son católicos, pero que siempre se ha servido de estos, hasta que en algún momento, cambien de idea.
¿Son hombres? ¿Son mujeres? ¿Son humanos? ¿Son blancos, negros, chinos? No tiene importancia, el verdadero poder no se detiene por esas nimiedades reservadas solo para quienes recogen las migajas al borde de la mesa de "ellos". El gobierno invisible y eterno, donde todo está fríamente calculado. Los dioses criollos.