Es sábado del 29 de julio de 2017. En medio de la mayor crisis política desde la época de la independencia, las redes sociales hoy no hablan de consignas en las calles, marchas, paros ni nada. No se habla ya de frenar la Constituyente. Algunos se aventuran a hablar de desconocerla. Ya no se tiene clara la consigna. Cosa que sucede cuando no se tienen unas propias y el enfoque se mantiene en hablar de la agenda comunicacional del chavismo. Esto siempre ha sido y es, el error más grande y sostenido de la oposición.
Salvo en focos que se pueden contar con las manos, hay calles trancadas por vecinos. Por increíble que parezca, no pasa nada. No hay indiferencia, hay una mezcla de tristeza, miedo y resignación entre mis allegados. Solo se pueden hacer algunas conjeturas de lo que sucede en las esferas del poder, tanto en el gobierno como en la MUD. Quizá estén negociando, cosa que no es negativa. Hasta Nelson Mandela y su gente tuvieron que sentarse a negociar su salida de la cárcel y su posterior llegada al poder. La negociación es necesaria porque todos tenemos mucho que ganar y mucho que perder. Así como los rojos no quieren perder sus riquezas y privilegios, yo no quiero más chamos muertos. En el mejor de los casos, habrá impunidad, mucha. Tal como hubo en el Chile post Pinochet y en la Panamá post Noriega, a cambio de evitar más sangre innecesaria. La paz se negocia, está ocurriendo incluso con la participación de quienes se pintan como ultra radicales en Twitter.
¿Qué va a pasar mañana? El chavismo votará a placer en el fraude electoral más grande de la historia de Latinoamérica. Votarán donde quieran, cuantas veces quieran y en lugar de quien más les provoque. Que no te extrañe que tu y yo aparezcamos votando por diosdado y jaua. Eso sin contar la cantidad de gente amenazada y chantajeada con quitarles el cualquier dádiva. Harán muy poco por guardar el decoro y las apariencias.
¿Y a partir del lunes? Nunca me van a ver pidiendo que los demás hagan algo que yo nunca haría. Así que no voy a pedir respuestas armadas cuando yo ni siquiera tengo un chopo. No creo en intervenciones extranjeras, así que la respuesta siempre será mantenernos en las calles. Pero enfocados. Les cuento que hay mucha gente, dirigencia opositora, que anda como Cersei Lannister, pendiente de pendejadas domésticas en Westeros, mientras los caminantes blancos hacen caída y mesa limpia en los Siete Reinos.
Los caminantes rojos, mortífagos o como quieras llamarlos vienen con todo. Proponen el fin de los derechos civiles, mayor restricción a la libertad de expresión, a la propiedad privada. Instauración del país cuartel. Militarismo en cualquier detalle de la vida cotidiana.
La toma de la alcaldía de Barquisimeto y apresamiento del Alcalde Alfredo Ramos fue solo un globo de ensayo. Vaticino que en un máximo de un mes, Mérida, Chacao, Valencia, San Cristóbal, El Hatillo, Maracaibo y muchas otras, estén en manos rojas o verde oliva. La disolución de la Asamblea Nacional y la sumisión total (vuelta al pasado cercano) del MInisterio Público. QUe nada se mueva sin el respectivo permiso y cobro de comisión de los verdirojos. No los he visto recular en estos temas.
Se comerá lo que los militares quieran, se vivirá como los gorilas decidan, porque si algo nos ha enseñado la práctica socialista, es que las libertades son prescindibles en nombre de la revolución y ese reducto burocrático que ellos laman "pueblo".
El apocalipsis constituyente ha llegado para raspar la olla de lo poco que nos queda de país. El malandraje institucional ha llegado.