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La disonancia cognitiva. Creemos lo que queremos


El ser humano vive en una eterna contradicción. Las discrepancias entre nuestros pensamientos y acciones delatan siempre nuestros verdaderos deseos e impulsos. No se nos puede pedir coherencia sostenida en todo. Mucho menos objetividad.
Estas contradicciones que disimulamos o justificamos para que no nos hagan ruido constituyen la disonancia cognitiva, que es un proceso de tensión y conflicto entre nuestras ideas, creencias, prejuicios, emociones, según me comenta la psicólogo Rosemarie Urriera. Es un choque entre estos. La colisión entre lo que se hace y lo que se piensa. Para luego pasar a una justificación.
Se puede ver en personas que han pasado toda la vida condenando la homosexualidad, por razones religiosas o convicciones morales, hasta que un día tienen un sueño, un pensamiento,un beso. o un contacto sexual altamente fogoso con alguien de su mismo sexo. La mayoría terminan con culpa, negando los hechos, diciendo que "borracho no se vale" y cualquier excusa interna o externa. Hasta que llegue el momento de aceptar que os seres humanos somos totalmente impredecibles.
Solemos verla en personas que son desdichadas con sus parejas, ya sea por falta de atención, afecto, maltrato o infidelidad. Les resulta mucho más sencillo hacerse los locos ante una realidad que, potencialmente, puede causarles daños duraderos y los vemos diciendo: Tiene sus defectos, pero cuando estamos bien y no peleamos, todo está bien, se porta muy bien conmigo. O cuando uno se enfrasca con alguien y todo le parecen señales de que le gustas o que todo lo que hace, lo hace bien, y rico. Cuando en el fondo estás claro que no. Pero, vamos, no queremos quitarle la emoción a un asunto que apenas nace (o lleva años, no sé, depende de tu obsesión).
Igualmente pasa mucho en la política. Uno ve a los partidarios de un candidato después de un discurso, donde apenas balbucearon un par de incoherencias bien gritadas y te dicen: "coño, fue contundente, se las cantó clarito a los otros". Y uno perdido porque está tratando de asimilar y pegar todas las frases sueltas. Así como cuando te muestran a tu bebé recién nacido. Vamos, hay bebés que son muy feos, pero como es el de uno, nos parece la cosita más tierna y amuñuñable del planeta y su cara de Gollum queda bloqueada en nuestra percepción.
Igual pasa cuando nos da por comer hamburguesas, dulces y cualquier muestra de pornografía culinaria. sabemos que nos tapan las arterias, nos suben el azúcar, e colesterol, los triglicéridos, etc, pero somos felices argumentando que nuestro organismo lo asimila rápido, que por eso no engordamos, y que esa pancita es por un problema de hormonas. Tan falso como decir que nos gusta el cigarro porque nos relaja, calma la ansiedad o nos ayuda a pensar y escribir mejor. ¿Por qué somos así? 
Ya vengo, voy a buscar mi cenicero.
Otro ejemplo claro de cómo nos juega una mala jugada la disonancia cognitiva, es cuando recibimos información nueva que choca directamente contra nuestras creencias. Entramos en negación inmediata, argumentación y algunas personas, a la ira. Como cuando tratas de explicarle a alguien que un montón de leyes no nos harán una mejor sociedad y por qué la gente de antes, en ningún aspecto, vivía mejor que ahora, con datos, estadísticas y demás. Por lo genera solo te dirán que su abuelita se murió a los 96 años hace u par de meses y por eso que eran más sanos. Peo meterte en esa discusión es tu decisión.
En este aspecto, también reforzamos nuestras creencias. Si nos dicen que una personalidad es el hijo perdido de Gandhi y Frida Khalo, vamos a querer creerlo, nos parece una genialidad. Nos hace sentir mejor con nuestra admiración a esa figura. Pero si luego se desmiente, nuestro cerebro mantendrá la primera afirmación y la justificará diciendo: lo admiro porque se preocupa por la sociedad y tiene buen gusto artístico. Por algún lado mantendremos ese falso positivo.
La percepción nos juega malas pasadas. Siempre jugamos con nuestros juicios de valor y nos aferramos a ellos aunque nos distorsionen la realidad. Por eso, por muy difícil que parezca, lo mejor es cuestionarnos siempre, dar un paso atrás, evaluar en frió todas las piezas del escenario que vivimos, evaluar causas y consecuencias, para luego actuar. Es muy complicado hacerlo. Pero un poco de práctica en el día a día no nos vendría mal.