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Justicia y venganza para todos.


"La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena"
El chavo del 8. Obras completas.

La justicia, como sabemos busca equilibrar balanzas en favor del bien. En favor del orden, pero sobre todo, en favor de evitar acciones irracionales y desproporcionadas por parte de los involucrados. Es una forma de burocratizar el bien. De mantenernos cuerdos como colectivo y como individuos.
La venganza también busca equilibrar la balanza pero desde nuestros impulsos más primitivos.


Ambas están hermanadas por la presencia de compensaciones y castigos. Y dependiendo del contexto, país o cultura, la justicia puede parecer más una venganza. Hay culturas que aún conservan la pena de muerte, que da igual si es inyección letal, la horca o la silla eléctrica, el fin es el mismo. O la mutilación, el linchamiento, el embargo de bienes y el destierro. A muchos nos da un aire de satisfacción cuando sabemos que alguien que, según nuestros parámetros, hizo algo horrible, recibe una pena igual o mayor en horror. La justicia es una venganza pero con filtros.
Todos hemos sentido deseos de venganza al sentirnos heridos o agraviados. Queremos que el otro sufra tanto como nosotros o más. Es lo normal, no vengo a pontificar y decirte que no lo sientas, porque soy tan humano como tú.

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El asunto que me inquieta hoy es ver, desde qué punto, esa justicia que yo, particularmente, veo como una venganza filtrada por toda la corrección moral, nos falla y no nos llena. 
¿Qué quisieras que le pase al asesino de un familiar o de un ser querido? Qué quieres que suceda con alguien que violó y lastimó profundamente a un niño? Que debemos hacer con quienes destruyeron a todo un país, hundiendo a sus ciudadanos en la opresión y la miseria?


Les voy a contar un secreto, yo siento un aire de satisfacción cuando sé que mataron a un delincuente o a uno de esos policías y militares que azotaron mi ciudad y mi país. Nunca he sentido pena o lamento por ellos ante sus muertes por disparos, enfermedades o accidentes. También me hace sentir bien saber que chavez murió con mucho miedo, impotente e indefenso, a tal punto que ni siquiera sabemos cuáles fueron sus últimas palabras. Y no saldré a pedir perdón a Dios por eso. Me alegra saber que hay una plaga menos. Y también me encantaría que fuera posible la castración total de pedófilos. Yo siento ese deseo de venganza ante la certeza que la justicia de oficinas no pudo alcanzarlos.
¿Alguien se imagina a chavez, maduro o sus secuaces ante un tribunal? Yo no, no soy optimista con eso. Sé que muchos de los responsables directos de muertes y destrucción jamás pagarán por ello. Sé que duermen tranquilos sin ningún cargo de conciencia. La justicia de los tribunales nos fallará.


No, definitivamente no creo en la pena de muerte. No satisface mi sentido de justicia. Sería impartida por otro ser humano que pudiera ser corruptible, o cegado por sus prejuicios. No sería tan ingenuo como para proponerlo en Venezuela a sabiendas de lo podrido que está todo el sistema judicial. Ni creo en las matanzas ejecutadas por la policía porque sabemos que es solo un ajuste de cuentas entre mafias y con un gran saldo de inocentes perjudicados.
Hemos sido traicionados. Yo he sido traidor hacia personas que me amaban, tanto queriendo como sin querer. En mayor o menor grado. Y a mis principios más de una vez. Y no me mires así, que tú también. ¿Merecemos justicia, venganza o perdón? ¿Qué nos corresponde? ¿Qué debe hacerse con nuestras faltas? ¿Merecen los mismo que las ajenas aunque sean idénticas? ¿Qué buscan los héroes que admiramos en el cine y en los libros de historia? ¿Los Vengadores buscan justicia o venganza? Porque si buscan venganza, Batman debería ir tras ellos y pararlos.
Y luego de cumplida la acción, ¿qué nos quedará? Y en caso de que todo pase y nada suceda con los que faltaron ¿ habrá justicia divina? ¿Y si Dios es tan pana y tan amoroso que todo lo perdona? ¿Perdonaremos nosotros? ¿Negaremos el rencor que nos consume? ¿Aceptaremos la impunidad con resignación en nombre del bien, el orden y el raciocinio? ¿Perdonamos para librarnos de esa carga?
Y de ser así, ¿haríamos honor a la justicia?
¿Qué hacemos con este dilema?
Pues eso, yo tampoco lo sé aún.